Del bazucazo a Tlatelolco
Los granaderos de hace 55 años reprimieron a estudiantes de vocacional y particular. Fue el Estado mexicano el que reprimió la marcha politécnica y a ciudadanos que conmemoraban el 26 de julio cubano. Fue el Estado que ordenó y realizó la destrucción de la puerta colonial de las prepas de San Ildefonso con un bazucazo que les permitió reprimir a los adolescentes. Fueron las nutridas asambleas en las escuelas politécnicas y universitarias donde los estudiantes decidieron enfrentar con una huelga general a las policías de todo tipo y al Ejército. Se organizaron en comités de lucha. Los poetas de la denuncia y los expertos del mimeógrafo se unieron para producir miles de volantes. Volantes que acompañarían a los cientos de brigadas informativas para acercarse al pueblo del Distrito Federal y otras ciudades. Mítines relámpago en mercados, camiones, parques y plazas. A riesgo de su vida, brigadas pintadoras de bardas y paredes con consignas delatoras de los crímenes de Estado.
Noventa y nueve por ciento de la prensa mexicana pasó del silencio cobarde a la acusación infame a los “enemigos del Estado”. Esto desde julio a octubre, noviembre y diciembre de 1968. Ocultaron o tergiversaron los asesinatos, detenciones y torturas perpetrados en esos seis meses.
Los cientos de miles de estudiantes en sus asambleas mandaron al Consejo Nacional de Huelga (CNH) a dos delegados. En el CNH se planearon las imponentes manifestaciones que se sucedieron unas a otras, desde agosto, cada una distinta y única, con diversos desenlaces.
El Grito de independencia lo dio Heberto Castillo en Ciudad Universitaria. El Estado mexicano, rencoroso y perverso, mandó en represalia al Ejército a ocupar Ciudad Universitaria, detener al que se encontrara aquella noche del 18 de septiembre, en especial a los delegados al CNH, que sesionaban en el auditorio de Medicina. Muchos logramos escapar, otros no; otros, días después en sus refugios fueron atrapados, torturados en el Campo Militar número 1 y encarcelados en el Palacio Negro de Lecumberri, donde ahora desaparecen documentos históricos. Otros huimos del Distrito Federal a provincia.
En un mitin en la plaza de las Tres Culturas convocado por el CNH concurrieron cientos de personas de todas las edades. Era la tarde del 2 de octubre de 1968. Se hicieron más que visibles las tanquetas y los soldados. Poco después de que los discursos habían empezado, se desató la perversa masacre sobre la multitud. Las balas venían de muchos lados, de la iglesia de Santiago Tlatelolco, del edificio donde está la voca 7, del edificio Chihuahua. Los del micrófono, los periodistas, los del CNH que cuidábamos, estábamos en el pasillo del tercer piso. Murieron asesinados jóvenes indefensos, muchos detenidos, pocos nos salvamos. Los del Batallón Olimpia, con guante blanco, guardias presidenciales, ultimaron a muchos, entre éstos a soldados, detuvieron a los que se encontraban en el Chihuahua, periodistas internacionales incluidos.
Se han escrito infinidad de libros y documentos sobre el movimiento social estudiantil en México 1968. Qué bueno. Hay que leer los más que se pueda, no para no olvidar, cosa imposible, sino para constatar que, una vez más, fue el Estado mexicano, que, desde entonces, aprendió a ocultar sus acciones. En junio de 1971, usó a los vándalos entrenados por el Estado, llamados halcones, para reprimir a estudiantes y maestros. Siguieron las atrocidades de la guerra sucia en los 70. En esos años en Guerrero había varias zonas militares y cerca miles de soldados que costaban al gobierno federal varias veces más dinero que el destinado a ese pobre estado. El profesor normalista rural Lucio Cabañas cayó en combate contra el Ejército en diciembre de 1974. A los 27 años egresó de la Normal Rural de Ayotzinapa.
El profesor Genaro Vázquez Rojas fue capturado en la capital del país el 11 de noviembre de 1966, fue rescatado de la cárcel el 22 de abril de 1968, en la sierra inició su guerrilla campesina; en febrero de 1972, en Morelia, murió en el hospital militar a manos de militares.
Nueve apocalípticos: Díaz Ordaz, Echeverría, López Portillo, De la Madrid, Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto perpetraron las peores atrocidades. En el salinato asesinan a 500 miembros del PRD. En 1997 la sociedad Las Abejas de Chenalhó, en Chiapas, son expulsados por contrainsugentes hasta Acteal, el 22 de diciembre llegan los paramilitares, matan a hombres, mujeres y niños que oraban y ayunaban. Se llega al 26 de septiembre de 2014 en Iguala. Desaparecen a los estudiantes normalistas rurales de Ayotzi. Pasan nueve años y sigue sin esclarecerse dónde se encuentran sus cuerpos. Hay documentación clave desaparecida.
Hay quienes quisieran que se recordaran en casa la represión al movimiento del 68 y la desaparición de los 43 como hechos lamentables del pasado. Para muchísimos eso es imposible; así será en años venideros.
*Delegado al CNH de la Facultad de Química de la UNAM y autor de Lucha impoluta y Nos trataron con guante blanco