Carlos Martínez. Del dolor a la tinta / Elizabeth Villa
El evento virtual «Del corazón a la tinta», presentado vía streaming dentro del programa Contigo en la Distancia, mostró una de las caras más amables de lo que los jóvenes de educación media son capaces de producir incluso en un contexto de crisis, como la presente pandemia. Guiados por su profesor de literatura, el escritor Carlos Martínez Villanueva, los adolescentes de la Escuela Secundaria número 1 Presidente Lázaro Cárdenas, aprendieron a construir realidades de palabras con las cuales sobrellevar el confinamiento.
Carlos Martínez me explica cómo el encierro afectó a estos adolescentes, entre quienes pudo notar una gran amargura por el poco trato que tuvieron con el exterior. Afortunadamente, también fue testigo de cómo el gusto por las palabras hizo mella en varios de ellos. Aun cuando los cursos concluyeron, Carlos continuó impartiéndoles algunas clases de manera gratuita: «Porque yo quería, porque me interesaba que siguieran escribiendo, porque aprendí a quererlos y ellos a mí».
Bajo la guía de su profesor, los adolescentes prepararon video grabaciones con fragmentos de sus creaciones literarias que abarcan distintos estilos de escritura. Poesía confesional, ciencia ficción, narrativa intimista y la experimentación sinestésica con los colores, son las marcas más visibles de sus jóvenes creaciones.
Trabajar en contextos de crisis no es algo reciente para Carlos. Desde hace cerca de cinco años se ha involucrado como tallerista de literatura en comunidades vulnerables como los centros de rehabilitación para adictos en Tijuana, en albergues para migrantes y en casas de huérfanos. Estas experiencias han resultado fructíferas en el sentido de utilizar la expresión literaria como un medio catártico y de sublimación. Prueba de ello se puede constatar en la compilación de textos titulada Adiós, Cristina, publicada por el Instituto Municipal de Arte y Cultura, y producto de sus talleres con la Comunidad Terapéutica de Rehabilitación y Reinserción Social del Adicto en el año 2018. En los diversos textos que conforman este libro puede apreciarse el uso del lenguaje en sus sentidos lúdico, reflexivo y amoroso, que si bien no logran convertirse del todo en arte, son pruebas vivas y testimonios del sentir de quienes luchan por librarse, día a día, de la prisión de las adicciones.
Carlos me cuenta que, como rehabilitado de sus propias obsesiones, el trabajo con personas en situaciones de crisis ha resultado para él una experiencia intensa y sublime: «escuchas historias de todo tipo…hay tipos mañosos, tipos que no, pero a mí me tocó darme cuenta que mucha gente adicta realmente las ha vivido de Caín, su único escape ha sido ese…unas historias súper macabras de sobrevivencia. Y hacemos ejercicios graciosos porque pues, ¡basta del pasado! Era muy divertido, te alimentaba el alma». Precisamente la figura de Caín, como un símbolo del proscrito de la vida social, está presente en el trabajo creativo de Carlos Martínez. Huellas de este aparecen en el poema «Oficio de Caín», personaje que utiliza, hurta y traiciona sin conseguir el odio de sus afectados.
Formado en los talleres literarios de la Universidad Autónoma de Baja California, con tutores como Raúl Rincón Meza, Alfonso René Gutiérrez y Manuel Romero, Carlos ha llevado el quehacer poético más allá de la construcción de la imagen contemplativa. Hace unos años participó con una intervención literaria (en una producción de TransmediosTV) dentro de un supermercado local, en donde hizo lectura del poema «Corazón en llamas», mediante la bocina que anuncia las ofertas cotidianas. A la voz de «nave llamando, corazón en llamas, nave llamando», el poeta ofreció para los clientes la invitación a desconectarse de la enajenación por la tecnología.
Esto último no me lo dice Carlos, pero la lectura que hago de su oficio en las letras y su trabajo con grupos vulnerables pone en evidencia la construcción de su poética en torno a circunstancias de crisis que, en el camino por ser superadas, se han convertido en un testimonio doliente del ejercicio de la vida.