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Opinión

Aún no llega la oscuridad

Por: Gustavo Gordillo

Desearía dedicar mi último artículo de 2023 a desearles a todos felices fiestas y próspero año nuevo. Pero sería de una enorme hipocresía hacerlo.

Pienso en la canción de Bob Dylan, Todavía no está oscuro:

“Las sombras están cayendo y he estado aquí todo el día. …Todavía tengo las cicatrices que el sol no sanó. Aún no está oscuro, pero está llegando”.

Luego lamento la enorme pérdida de Cristina Pacheco, quien nos obsequió por más de 50 años las voces, las visiones, los sueños y las pesadillas, de gente de carne y hueso.

Releo la estupenda entrevista de Pablo Ferri a Javier Sicilia ( El País, 12/12/2023) y reflexionó sobre unos personajes mencionados por Primo Levi llamados musselman, a quienes los nazis hacían realizar todas las tareas sucias en los campos de concentración y luego los eliminaban. En uno de sus relatos uno de estos personajes está jugando un partido de futbol al lado de los hornos crematorios. Con dolor Sicilia exclama que en este país, ese partido se sigue jugando: llevamos desde 2006 oyendo, mirando, sintiendo, la destrucción de personas, el secuestro del país. Cada vez con menor capacidad de respuesta.

Una película, Zona de interés de Jonathan Glazer, en una interpretación libérrima de la novela del mismo nombre de Martin Amis, encarna el concepto fundamental de Hannah Arendt sobre la banalidad del mal, por medio de la rutina cotidiana del comandante del campo de concentración de Auschwitz con su esposa e hijos a un lado del lugar donde exterminan seres humanos. Sólo se atisba ese otro lado, ocasionalmente, por los muros de cemento y alambre de púas, y las chimeneas. Pero son los sonidos sutiles los que testifican que, al lado de una cierta normalidad, se encuentra la verdadera horrífica realidad.

No hace falta por ahora embarcarnos en una guerra de cifras, porque de lo que se trata no es de ver en qué sexenio hubo más muertes generadas por el crimen organizado o más personas desaparecidas. El impresionante conjunto de buscadoras, aún si estuvieran silenciosas –qué bueno que no lo están–, es el mayor testimonio de la tragedia que vivimos.

Leo la novela de Paul Lynch, Prophet Song, una novela distópica que ganó el premio Booker de este año imaginando una Irlanda en manos de un totalitarismo de extrema derecha. Un personaje reflexiona sobre que una vez que algunas gentes se adueñan de las instituciones, también pueden cambiar los hechos, pueden modificar la estructura de las creencias, los acuerdos prevalecientes. Es muy simple le dice a Eilish, “el NAP –el organismo de vigilancia y seguridad– está tratando de cambiar lo que tú y yo llamamos realidad”. Sin embargo, más adelante, el mismo personaje postula que, al final, la realidad se aparece tal cual es cobrando los costos por haberla desdeñado.

Regreso a la entrevista de Ferri a Javier Sicilia. Refiriéndose el entrevistador a una obra de Sicilia plantea que en El reflejo de los oscuro, el abogado Baudet dice sobre Fesh, hijo de burgueses franceses, preso por asesinato: Eran inocentes cuyos crímenes sólo obedecían al gesto de una humanidad podrida. ¿Cómo ha lidiado con la idea o la imagen del perpetrador estos años? Y Sicilia responde que el mal en algún momento se elige. Hay distintos niveles del mal. La sociedad en la que vivimos es la consecuencia de un proceso histórico que se fue degradando. Pero en el caso de un perpetrador, en un momento determinado eligió dañar. Y el problema de esa elección es que lo lleva a la oscuridad total. Es muy difícil volver a un estado humano.

Veo los horrores del terrorismo contra israelitas o la enorme cauda de niños muertos en la franja de Gaza. Me aterra la zozobra en que viven los ucranios desde hace casi dos años, o las hambrunas en distintas regiones del mundo.

Los jóvenes mexicanos privados de su vida en Morelos, Guanajuato, Zacatecas, Jalisco… tantos más.

Una débil, pero sólida esperanza existe. La oscuridad aún no llega.

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