Astillero | La Iglesia, el narco y la tregua
La facción eclesiástica adversa a la llamada Cuarta Transformación y su segundo piso
, en especial la que puede ser caracterizada de ultraderecha, ha batallado para colocarse como interlocutora confrontacional de las dos administraciones federales morenistas, aunque persiste e insiste.
A pesar de las graves posturas públicas de algunos prelados, incluso mediante la utilización del púlpito contra campañas y políticas de la 4T, una inmensa mayoría ciudadana ha optado por el guinda y sus aliados, ante el desprestigio de una parte de las cúpulas de la Iglesia católica y su imposibilidad de encontrar figuras y banderas amplificables. En otros tiempos y circunstancias, un padrecito
predicando contra determinado partido y candidatos significaría derrota para los estigmatizados, pero ahora tal estructura de control de conciencias
no ha funcionado.
EL domingo, el semanario Desde la Fe, editado por la Arquidiócesis Primada de la Ciudad de México, lanzó otra iniciativa en busca de apoyo ciudadano: una tregua entre los diversos grupos del crimen organizado el mero día de la Virgen de Guadalupe: Que el mensaje de la Guadalupana motive para que el 12 de diciembre sea la fecha en que silencien las armas porque los grupos delictivos y el crimen organizado aceptaron esta tregua nacional de paz
.
El planteamiento va más allá de lo criminal y se extiende hasta lo político y, de manera implícita, lo partidista: que sea el comienzo de un periodo en el que prevalezca el respeto, el diálogo, en el que también los grupos políticos abandonen la comunicación hostil y polarizante, y recuperemos el inmenso valor que tiene la dignidad humana, que actualmente se ha degradado tanto. Si demostramos que podemos hacer esta tregua efectiva durante un día, ¿por qué no soñar en una paz sólida y duradera?
(https://goo.su/Te7k6U).
La propuesta es simplista al pretender que una eventual tregua de un día podría derivar en una suspensión nacional de hostilidades entre cárteles del crimen organizado que se pelean un negocio de dimensiones económicas colosales, con amplia base social en varias regiones, virtuales ejércitos en acción y una serie de variables políticas de índole nacional e internacional.
Además, se intenta mostrar la fuerza de las sotanas como sustituta, o cuando menos compensatoria, de la capacidad del Estado para enfrentar el fenómeno del crimen organizado. Lo cierto es que la Iglesia católica, como estructura dominante del espectro religioso del país, también ha sido señalada de ser omisa frente al crecimiento y consolidación de los grupos delictivos, en ocasiones como beneficiaria de apoyos económicos, silente, acomodaticia. Claro, y hay que subrayarlo, con excepciones de presbíteros que en algunos lugares se han jugado la vida al ser denunciantes de lo que sucede y acompañantes de las víctimas.
La propuesta de una tregua nacional de paz
tiene también de contexto el más reciente esfuerzo de la extrema derecha por reorganizarse e incluso crear un nuevo partido. Eduardo Verástegui, el actor y productor que ha tenido tan deficitaria participación política reciente, como aspirante a una candidatura presidencial independiente, que ni siquiera alcanzó a despegar, es el asomo de un proyecto en el que convergen Donald Trump, ultraderechistas de diversos países y, de resultar redituable para las cúpulas, la base social católica de ese extremo conservador.
El gran especialista en estos temas Bernardo Barranco escribió en La Jornada el pasado día 4: El gobierno de Sheinbaum enfrenta un galimatías. No basta acordar con las cúpulas de la CEM. La diversidad es tan grande que deberá tener especial atención geográficamente en el Bajío. Deberá estar atenta a congregaciones conservadoras, como los Legionarios de Cristo y el Opus Dei. La Iglesia alberga en su seno un histórico conservadurismo radical al acecho. Les recuerdo: la ultraderecha en México será católica o no será
. ¡Hasta mañana!
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