Opinión

American curios | La prensa

Por: David Brooks

En Estados Unidos se calcula que han desaparecido un tercio de todos los periódicos que existían en 2005. De los aproximadamente 6 mil periódicos que aún sobreviven en este país, más de dos perecen cada semana, y una mayoría han tenido que dejar de publicar diario para continuar sólo como semanarios.

Las redacciones han sufrido recortes masivos. Se registró un desplome de 70 por ciento entre 2006 y 2021 en la cifra de trabajadores en la industria de periódicos en Estados Unidos; el número de empleados en las redacciones se redujo a más de la mitad, de 75 mil a menos de 30 mil en ese periodo. Como resultado, hay lo que llaman «desiertos de noticias» en comunidades y hasta regiones por todo el país, lo cual ha beneficiado a la derecha estadunidense. Y este panorama se extiende, en diversos grados, por todo el mundo.

Entre los factores que llevan a esta crisis está la transición digital en el sector de los medios. El modelo de negocios tradicional, que giraba en torno a ingresos por publicidad, carteleras y el aviso oportuno, deja de funcionar en la era digital. El gran desafío para los medios en las tres décadas recientes es cómo navegar el mar digital.

Pero más allá de la nueva era tecnológica y sus implicaciones para los medios de noticias, la crisis del periodismo se debe en gran medida a fuerzas y personas ajenas al periodismo que están dispuestas, por razones de avaricia empresarial o por un juego político, a sacrificar a un periódico o a un medio.

Por un lado, empresarios e inversionistas cuyo interés central no es el periodismo, sino el negocio, imponen una estrategia de mercado que lleva al desastre a grandes y pequeños periódicos. Los medios son adquiridos por empresarios como si fueran una inversión más y los someten a la lógica absolutamente analfabeta de Wall Street, donde lo único que se evalúa son las ganancias y las divisas para inversionistas.

Y para exprimir los beneficios financieros se aplican recortes drásticos de reporteros, fotógrafos, editores, caricaturistas, diseñadores, redactores y más –para «reducir costos»–, con lo cual inevitablemente diezman la calidad del medio, y con ello, la disminución de su público hasta llevarlo al «suicidio».

Otro factor más en esta crisis son intereses políticos, que buscan usar al periodismo para sus propias agendas, algo que a veces se combina con los intereses empresariales. En este país, la ilustración de eso se ve plenamente en la relación entre los medios y Trump. Grandes empresas como The Washington Post, y las matrices empresariales die CBS y ABC News, entre otros, están sacrificando su periodismo por intereses de negocio y/o políticos ante un presidente que los acusa, hostiga y amenaza para sus propios fines políticos.

Todos justifican sus juegos con el periodismo con grandes frases como «la defensa de principios como la libertad de expresión». Pero son muy flexibles en privado y, en efecto, obrando como decía Groucho Marx: «Estos son mis principios y, si no te gustan, pues tengo otros».

Por ello, el mayor reto para los periodistas y periódicos independientes es defender los principios fundamentales, y el propósito, del medio.

Nadie es periodista para volverse rico, ni para escalar en la sociedad, ni para ser empresario. El periodismo bueno e independiente, en su esencia, tiene la misión de intentar acercarse a la verdad, hacer que el poder rinda cuentas, dar voz a los que no son escuchados, contar la historia de cada día. Los periódicos que cumplen con esta misión deben ser vistos como «un bien público» con un propósito moral, señala Alan Rusbridger, periodista y ex director de The Guardian.

Quienes traten de reducir un buen periódico a sólo otra empresa más o solo otro instrumento en algún juego político, están atentando contra un esfuerzo colectivo dedicado a algo más importante que las ganancias y el poder personal.

Galeano escribió: «los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias». Contarlas con veracidad y cariño, y tejerlas en una historia compartida –y no como productos para vender o como parte de un juego político–, es periodismo.

Los Tigres del Norte. El reportero. https://open.spotify.com/track/0sUrydckcrOYWLfZx.54ae7.

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