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Opinión

Agua en el noreste de México: algunas observaciones

Por: Jesús Frausto Ortega | Voces de El Colef

Como sabemos, el noreste del país se considera una región semiárida con implicaciones en la disponibilidad de agua. Con sequías recurrentes en esta parte por lo general las poblaciones experimentan la falta de agua para realizar las diferentes actividades que dependen del recurso; es probablemente el sector agrícola/ganadero y el uso urbano/doméstico donde más gráficamente se observa esa situación: es común encontrar en los medios de información referencias en alusión a la carencia del vital líquido para el uso en esas actividades.

En el caso del abasto urbano/doméstico, las poblaciones fronterizas del noreste desde Coahuila a Tamaulipas se abastecen del río Bravo, mediante el manejo del agua a través de dos presas internacionales: La Amistad y La Falcón. Como paréntesis, el río Bravo es una fuente cuya agua es compartida tanto por Estados Unidos como por México por el tratado de aguas de 1944 entre los dos países. En condiciones de sequías y con lluvias escasas, la falta de agua se manifiesta en los bajos niveles de las presas mencionadas. No obstante, lo anterior, el abasto de agua para las poblaciones fronterizas para su uso doméstico siempre se ha mantenido.

En ese tenor, y en un breve cambio de escenario, las sequías enfrentadas en los últimos años en la región, trajo problemas de abasto para las poblaciones de Nuevo León. Ante la falta del líquido en los hogares y probablemente con mayores repercusiones en el área Metropolitana de Monterrey (AMM) –o donde más se hizo visible por los medios de comunicación–, en 2022 y 2023 hubo protestas de la población en algunas ciudades del AMM demandando el abasto de agua. Otro paréntesis, el AMM se conforma por 13 municipios: Apodaca, Monterrey, San Pedro Garza García, Santa Catarina, Cadereyta Jiménez, El Carmen, Salinas Victoria, San Nicolás de los Garza, Santiago, García, Guadalupe, Juárez y Escobedo. En la AMM habita la mayor parte de la población del estado.

La población del AMM se abastece de agua mayormente de las presas de la región: La Boca, El Cuchillo y Cerro Prieto. Estos embalses estaban prácticamente secos por esos años. Lo que explicaba -de alguna manera- la falta de agua en los hogares que llevaron a las protestas de los habitantes del AMM por esos años. La esperanza de que se llenaran las presas estaba con la llegada en 2024 de un evento hidrometeorológico denominado Alberto. Aunque los pronósticos también contemplaban posibles desastres ante las posibles inundaciones que podrían generar las copiosas lluvias esperadas.

En ese contexto, la tormenta Alberto que se dejó sentir entre el 19 y el 22 de junio, mayormente, vino a ser un parteaguas a las sequías que se venían manifestando en la región. Como se esperaba, la tormenta trajo la abundancia de agua para el estado. Pero también generó daños por inundaciones en algunas zonas urbanas aledañas al río Santa Catarina. Este río atraviesa prácticamente por toda el AMM y es un importante afluente por donde corren las aguas ante lluvias extraordinarias, caso contrario generalmente el río está seco.

Hoy en día las presas de la región están llenas, dejando atrás, por el momento, un escenario de escasez de agua. Por lo pronto con los embalses llenos del vital líquido, se espera que haya agua para al menos los próximo tres años, y si hay un buen uso y manejo del agua se contempla dure para más años. Así, la falta de agua en el AMM está en un segundo plano y la abundancia del líquido ha traído un respiro para la población y para las autoridades que abastecen del recurso a las ciudades. Por cierto, la tormenta Alberto no trajo la misma cantidad de agua para Tamaulipas o Coahuila y las presas que abastecen a las ciudades fronterizas de esta parte siguen con niveles bajos. Son experiencias que debemos aprender para hacer un buen uso y manejo del agua tanto en condiciones de escasez como en las de abundancia.

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