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Opinión

¿A dónde van los desaparecidos?…

Por: Dr. Álvaro de Lachica y Bonilla

Este lunes 16 de mayo, México llegó  a las más de 100 mil personas desaparecidas, de acuerdo con los datos recabados por la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) en el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO). Esta nota nos ha dejado con una enorme sensación de vacío, frustración y desolación. Al mismo tiempo, nos debe dejar con una gran cantidad de preguntas y prácticamente sin respuestas. Poco sabemos de las personas desaparecidas en México…

Un desaparecido no tiene un estatus oficial en las cifras del gobierno. Un desaparecido no está desaparecido hasta que la autoridad considera que cumple con la condición de desaparecido. Mientras… no hay delito. Y un desaparecido tampoco entra en las cifras del homicidio porque no se tiene la certeza de qué ha pasado con la víctima. Mientras, no hay delito. Y que no haya delitos resulta conveniente para el estado mexicano, en cualquiera de sus niveles, porque no debe batallar con un caso que se suma a las estadísticas que terminan demostrando que la política de seguridad es un fracaso.

Hace ya casi 50 años, el cantautor Rubén Blades compuso una canción que trata sobre este doloroso tema de una manera conmovedora. Una a una, su canción desgrana historias mínimas de personas que pierden a su esposo, hermana, hijo o madre, y que en pocas palabras traduce la angustia de quienes no pueden comprender por qué.  Esta canción nos enfrenta, si tenemos un ápice de sensibilidad, con el horrendo testimonio de lo indecible. La canción de Blades se llama Desapariciones y en éste triste caso, la música no solo es portadora de recuerdos, sensaciones o situaciones, sino también constructora de una memoria colectiva, esa que nos permite construir, exigir y no olvidar.

Lo más importante es que son 100 mil personas que están siendo buscadas por sus familias, que están en todo lo largo del país, porque las desapariciones en México son generalizadas, además, son desapariciones que continúan sucediendo, no se trata de una herencia del pasado como se ha querido decir.

Desde hace algunos años esta problemática, además de haberse mantenido en el tiempo, se ha hecho más visible gracias a los familiares de las personas desaparecidas. Pero este avance no se corresponde con las medidas institucionales: no hay un seguimiento de las propuestas o promesas, tanto presidenciales como por parte de gobernadores estatales o fiscalías, tanto la Fiscalía General de la República como las fiscalías de los estados.Hace un mes, el Comité contra las Desapariciones Forzadas de las Naciones Unidas (CED) publicó su informe sobre la visita a México que llevó a cabo  en noviembre de 2021. Este informe, menciona  que, aunque el crimen organizado es el principal autor de miles de desapariciones forzadas, el estado mexicano también es responsable de este crimen cuando es perpetrado por sus funcionarios federales, estatales o municipales y se permite la impunidad.

Hace una semana, el 10 de mayo, Día de las Madres en el país, miles de mujeres caminaron en diferentes ciudades del país, al grito de “poco que celebrar, mucho que pedir” para exigir a las autoridades mexicanas que amplíen sus esfuerzos en la búsqueda y en la prevención de las desapariciones.

México ya no puede ni debe ser un país de desaparecidos. Las cifras de la incidencia delictiva no deben servir para festinar algo que no se ha hecho. Deben servir para atender la inseguridad del país. Y tareas por resolver hay muchas, entre ellas, la de los desaparecidos. 

Dr. Álvaro de Lachica y Bonilla

Comisión Ciudadana de Derechos Humanos del Noroeste A.C.

andale941@g.mail.com

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