Ventana al Mundo: lo Árabe-Musulmán (Parte 1)
La interdependencia político-económica y cultural del mundo contemporáneo, obliga a aceptar el valor de la diversidad y del pensamiento del otro. Por 14 siglos, las relaciones entre la comunidad árabe y musulmana con otros pueblos marcaron un gran acontecimiento en la Historia de la Humanidad. El impacto de ese encuentro entre pueblos y culturas de todas latitudes definieron lo que se llamó la Pax Islámica
No obstante, por más de 1300 años Occidente ha visto al Islam como amenaza. Por cientos de años, era usual el patrullaje árabe por los flancos meridionales de la cristiandad europea, que los vio como peligro al status quo.
Y así, los europeos se negaron a sondear las profundidades del pensamiento y obra de esa comunidad que vivían su Edad de Oro cuando Europa apenas salía del Oscurantismo, de ahí que no comprendió la riqueza político-cultural de esa comunidad y gestó la hostilidad hacia el poderío musulmán.
Fue hasta la fundación de Al-Andalus, en España (711-1492) cuando lo árabe-musulmán penetró el corazón de Europa y llegó hasta nosotros. El idioma árabe define lo árabe. De ahí que el Corán conmine a respetar a la Gente del Libro (fieles cristianos y judíos) esa formidable enseñanza se torna caligrafía en las mezquitas de todo el planeta.
Ese espléndido idioma sigue enriqueciendo al mundo con la palabra exacta de Amín Maalouf, Rabih Alameddine, Naguib Mahfuz, Ohran Pamuk o Yasar Kemal. En su honor, Naciones Unidas designó el 18 de diciembre Día Mundial de la Lengua Árabe desde 2012.
Lo árabe musulmán es determinante este siglo XXI, pues constituye la cuarta parte de la población mundial *. Son mujeres y hombres cuya identidad se nutre del desierto, de las ciudades como Meca, Medina, Cairo, Doha, Damasco, Bagdad o Riad y en el sextante que guio a navegantes por múltiples mares.
Desde México es obvio que lo árabe-musulmán no son ni el 11-S, ni Al Qaeda, ni el del Estado Islámico; menos aún el caos calculado que Occidente tramó para Libia, Palestina, Irak o Yemen.
*Informe del Centro de Investigación Pew.
Del desierto al mundo
Empecemos con una premisa: No todos los árabes son musulmanes ni todos los musulmanes son árabes. Pero todos los musulmanes creen en Alá y Mahoma, que es su Profeta. Los árabes son una familia semita (descendientes de Sem) que provienen de tribus nómadas y poblados en la península arábiga que hablan la lengua árabe.
En ese entorno nace el Islam (que se traduce como Sumisión o El que se entrega), en el año 622 DC y es la más tardía de las tres religiones monoteístas. Su iniciador fue el caravanero Mahoma, del clan Quraish quien nació en Meca en el año 575 DC, y su primera esposa fue Jadiya.
En sus múltiples expediciones, desde la Meca hasta Siria, Mahoma conoció otras culturas. Según la tradición, ya adulto a los 40 años recibió la palabra de Dios del arcángel Gabriel y decidió predicarla. Esas expresiones o shuras (Capítulos) forman el Corán y suman 6, 232.
Esos posicionamientos político-sociales y morales trastocaron el status quo de Meca por lo que fue perseguido por las autoridades. De ahí la huída de Mahoma hacia Medina, que el calendario musulmán marca como la Hégira.
Mahoma no dejó heredero varón y lo sucedió su suegro, Abu Bakr, que fue el primer califa. Y mientras el pensamiento islámico se extendía por la región, sus creyentes y nuevos adeptos pronunciaban la shahada: “Sólo hay un Dios, Alá y Mahoma es su profeta” que es la profesión de fe de un musulmán. Ese pensamiento político-religioso que nació en el desierto, hoy está presente en 232 países y territorios y la practican 1,570 millones de personas.
Entre las paradojas contemporáneas, la estadística revela que hoy Europa acoge a unos 38 millones de musulmanes y que 314 millones (un 20 por ciento) viven en Medio Oriente y África del Norte. Ese es el “regreso de los árabes a la historia” al que se refiere Carlos Martínez Assad, donde se los ve como actores y no sujetos pasivos en una historia cada vez más colectiva.
Esta es la primera parte de un trabajo mas extenso, que se estara publicando durante el mundial de Qatar 2022