Rusia y Norcorea estrechan alianza
Moscú, 14 de septiembre.- En un ambiente de marcada cordialidad, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, se reunió este miércoles con su invitado, Kim Jong-un, líder de Corea del Norte, en el cosmódromo de Vostochni, en la región del Amur, en el sureste del lejano oriente ruso.
Al darle la bienvenida, Putin explicó que Kim quiso que el programa de su visita comenzara justamente ahí dado su interés por conocer de cerca el funcionamiento del nuevo cosmódromo ruso.
“Nuestra actual visita se produce en un contexto de violenta confrontación en el ámbito internacional entre el progreso y la reacción, entre la justicia y la arbitrariedad, cuando el proceso para crear un mundo multipolar se desarrolla de manera enérgica gracias a la voluntad compartida y el poderío cohesionado de las fuerzas autónomas”, afirmó Kim, en el fragmento de sus palabras, como las tradujo la televisión local.
El gobernante norcoreano agregó que, tras analizar la situación en la península de Corea y en Europa, “llegamos a la unánime conclusión de que es necesario seguir desarrollando nuestra cooperación estratégica y táctica, así como el respaldo y solidaridad en la lucha por defender nuestro derecho soberano a la seguridad”.
Kim refrendó su respaldo a la campaña militar de Rusia en Ucrania: “estoy convencido de que el pueblo y el ejército rusos, sin falta, obtendrán una grandiosa victoria en su lucha sagrada por castigar el conglomerado del mal que aspira a la hegemonía y nutre la ilusión del expansionismo”.
Putin, por su parte, estuvo de acuerdo en llevar la relación a un nivel más alto y se mostró optimista de que Moscú y Piongyang van a robustecer la amistad, la buena vecindad y la cooperación entre sus países en aras de consolidar “la paz, la estabilidad y el bienestar” en la región.
Y caracterizó la relación bilateral con dos proverbios, uno coreano y el otro ruso: ‘la ropa debe ser nueva; los amigos, viejos’, dicen en su país, y aquí decimos que ‘un viejo amigo es mejor que dos nuevos’, así no hay nada mejor que la sabiduría popular para definir el estado actual de nuestros nexos”.
Más allá de las palabras de bienvenida y de los brindis en el almuerzo en honor del huésped norcoreano, nada trascendió del contenido de las conversaciones, que, según el servicio de prensa del Kremlin, duraron cerca de dos horas (una hora con las comitivias y 50 minutos cara a cara, solos los dirigentes y sus intérpretes), y otras dos horas durante el almuerzo.
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Cuando Putin se despidió de Kim al abandonar el cosmódromo de Vostochni, de acuerdo con el reportaje de Rossiya-1, canal federal de la televisión pública de este país, dijo que su huésped tendrá la oportunidad de conocer otros consorcios industriales y centros de innovación tecnológica del lejano oriente ruso.
Antes de la visita hubo muchas especulaciones y rumores acerca de los temas que podrían tratar Putin y Kim, y eso es comprensible porque ambos tienen lo que el otro necesita.
La mayoría de los observadores coinciden en que el titular del Kremlin, tras más de año y medio de intensos bombardeos de Ucrania, requiere proyectiles de artillería y misiles para el ejército ruso, y el líder norcoreano, aparte de petróleo y cereales, nuevas tecnologías rusas para la industria espacial, en particular las relacionadas con los satélites.
Al término de la visita de Kim, en breves declaraciones a la televisión rusa, Putin afirmó que “el Consejo de Seguridad de la ONU (Organización de Naciones Unidas) impuso restricciones a que Corea del Norte importe armas y municiones, pero no vi nada sobre que le prohíba exportar, por ejemplo, proyectiles de 152 mm”.
El canciller ruso, Serguei Lavrov, también se refirió a las especulaciones sobre las armas y dijo que no le interesa lo que dicen al respecto en Occidente, sobre todo después de que Estados Unidos y sus aliados “violaron todas sus obligaciones contractuales y continúan suministrando armamento soviético y ruso (tanques, vehículos blindados, artillería) al régimen de Kiev, que sin el acuerdo del fabricante no se pueden trasladar a ninguna parte”.
Lavrov, además, reiteró que Moscú y Pekín “no van a permitir nuevas sanciones contra Corea del Norte (impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU por su ‘programa nuclear’), las cuales se establecieron en una situación geopolítica completamente distinta”. Por el contrario, contó, “elaboramos con nuestros amigos chinos un proyecto de resolución que aboga exclusivamente por resolver las cuestiones humanitarias, muy graves en Corea del Norte, y por reanudar el proceso político en el contexto de las tareas para fortalecer la seguridad en el noreste de Asia”.
Moscú ya sabe que puede proporcionarle el gobierno de Kim para necesidades de sus tropas, sobre todo después del viaje a Piongyang del ministro ruso de Defensa, Serguei Shoigu, a fines de julio pasado.
Ahora, el líder norcoreano se podrá llevar de Rusia una impresión más precisa de lo que le gustaría obtener a cambio de lo que se perfila como “nueva fase de cooperación militar entre Moscú y Piongyang” que Estados Unidos amenazó con que “tendrá un precio” de llevarse a cabo y que preocupa a Corea del Sur y Japón.
Para Moscú es importante qué piensa Pekín de todo esto. Casualmente, ayer la cancillería rusa anunció que el ministro chino del Exterior, Wang Yi, vendrá a la capital rusa el 18 de septiembre para reunirse con Lavrov.