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Resistir y sobrevivir es la historia de La Jornada

Por: Redacción La Jornada

Resistir y sobrevivir. Así resumió la directora general de La Jornada, Carmen Lira Saade, la historia de los años recientes del diario que, como el mundo, enfrentó la emergencia sanitaria por covid-19. Este, dijo, es el suceso que ha impactado con mayor profundidad nuestra vida y tarea cotidiana por la parálisis de buena parte de las actividades, las millones de vidas perdidas y el perjuicio económico que llevó a la quiebra a innumerables negocios.

El desbarajuste financiero global provocado por la pandemia también fue causa de desafíos para la manufactura de este diario, los cuales, sin embargo, se vieron ampliamente compensados «por la colaboración y compromiso de sus trabajadores y en particular, de quienes están más lejos«, el equipo de corresponsales en los diferentes estados de la República. No obstante los riesgos que corren, se juegan la vida todos los días para mandar su información y verla publicada en La Jornada, afirmó.

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Al presentar ayer su informe ante la asamblea de accionistas de Demos, Desarrollo de Medios, SA de CV, empresa editora de La Jornada, Lira Saade hizo un particular reconocimiento a sus reporteros locales, como a sus corresponsales. Con su trabajo, señaló, el diario ha resistido las situaciones más adversas, al grado de que aunque «muchas publicaciones en papel sucumbieron, nosotros, conformados como una empresa mediana, hemos resistido«.

El proyecto informativo y la pasión por transmitir la verdad a los lectores ha sobrevivido, incluso ante la virulencia de la infodemia. «Quienes elaboramos este diario procuramos en todo momento ofrecer una fuente de información sólida, confiable, serena y ajena al sensacionalismo, para servir a la sociedad y a nuestros lectores«.

En ello ha sido fundamental, agregó la directora general, la voluntad de las personas que hacen La Jornaday sobre todo, destacó, de sus corresponsales nacionales porque «nadie les dice que vayan a lugares de riesgo, nadie los manda«, pero ellos van. Mencionó, entre otros, los casos de Sergio Ocampo en Chilpancingo, Guerrero; Alfredo Valadez, en Zacatecas; y Jorge Alfonso Pérez en Oaxaca. También recordó a la fallecida Miroslava Breach, a quien «le pedíamos que no fuera al lugar donde nació y no escribiera sobre lo que allá pasaba, pero lo hizo» y la respuesta fue que la esperaron en su casa para matarla.

Así trabajaba también el fallecido Javier Valdez en Sinaloa. «Se arriesgan demasiado para conocer y contar las cosas«; como lo hacía, asimismo, Luis Martín Sánchez, corresponsal en Nayarit, a quien recientemente le arrebataron la vida. Y todos los demás. Lo mismo ocurre con los reporteros; eso es La Jornada, si no, no sobreviviría, dijo a los accionistas que conocieron y aprobaron por unanimidad el informe del Consejo de Administración, de la directora general y los estados financieros de la empresa.

Carmen Lira recordó uno de los episodios más difíciles durante la emergencia sanitaria, que fue el desabasto del papel para imprimir el periódico y su excesivo encarecimiento en el mercado nacional. Las reservas desaparecieron hasta límites peligrosos, señaló al tiempo que también reconoció la solidaridad que en ese momento existió entre los otros medios. Y es que el problema «nos golpeaba a todos«.

Comentó la hazaña que significó buscar un proveedor y encontrarlo en Finlandia. Fue la primera vez que se importó el material y se hizo durante varios meses hasta que empezaron a bajar los costos y se pudo adquirir en lugares más cercanos.

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Más adelante, la directora general subrayó que a pesar de la crisis sanitaria, económica, las nuevas guerras y una intensa época de cambios en el país, La Jornada ha mantenido «un tono mesurado, no hemos incurrido en la estridencia ni caído en la tentación del protagonismo mediático porque tenemos claro que en nuestro oficio la única protagonista debe ser la verdad«.

Así lo dictan los principios y la línea editorial que se establecieron hace casi cuatro décadas cuando se fundó este periódico.

Y respecto del poder político, estableció: «hemos mantenido una relación de respeto y equilibrio con el Estado, sin abandonar, por ello, posturas críticas«, sostuvo.

La asamblea fue el espacio para recordar con un prolongado aplauso a quienes contribuyeron en la construcción y vida de La Jornada, pero que se adelantaron: el fundador Carlos Payán, el padre Miguel Concha, Josetxo Zaldua y Antonio Helguera.

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