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México

Obligan a Evelyn Salgado a atender demanda de municipios dominados por Los Ardillos

Por: Marlén Castro / Amapola, periodismo transgresor

Chilpancingo, 5 de marzo. “Esta marcha es pacífica”, repitió varias veces por el altavoz el líder de los habitantes de varios municipios de la Montaña alta y baja mientras recorrieron la lateral norte-sur de la Autopista del Sol e iban al encuentro del contingente que venía del Valle del Ocotito y del Circuito del Río Azul, para marchar juntos a las oficinas del gobierno estatal.

La ciudad vivió de nuevo una jornada de nerviosismo y congoja por la presencia de estos contingentes de varios municipios de una zona controlada política, económica y criminalmente por Los Ardillos, de acuerdo con el mapeo de las mismas autoridades estatales, quienes le atribuyen una rivalidad con Los Tlacos, otro grupo criminal que busca establecer sus negocios en la capital y otros municipios de la zona Centro y Montaña, justo de los puntos de donde provenían los manifestantes.

Eran alrededor de las once de la mañana cuando cada contingente ingresó a la ciudad, unos por el sur, otros por el norte, provenientes de 13 municipios, aunque este dato siempre fue impreciso. Su entrada fue intimidante por la cantidad de gente y por las formas. Los manifestantes traían machetes, palos y la mayoría de los hombres traían capuchas. Los mismos organizadores aseguraron que se movilizaron 80 mil personas de ambas regiones, 600 comisarios y 13 presidentes municipales.

Por el altavoz, quien lanzaba las arengas, dijo varias veces que algunos alcaldes que iban en la marcha venían a regañadientes. “No querían venir, pero el pueblo se los trajo”. Insistía en que marchaban para exigir varias obras sociales.

Alcaldes de la región Montaña alta y baja. Foto Marlén Castro.

Tumban puerta y rompen vidrios

Nueve horas después, alrededor de las ocho de la noche, los manifestantes se retiraron. En ese lapso, hicieron que la gobernadora Evelyn Salgado Pineda se sentara a dialogar con ellos, aunque integrantes de su gabinete habían dicho que no estaba en Guerrero.

Eso ocurrió después de que declararon “retenidos” a los funcionarios que los atendían, tumbaron la puerta de acceso de las oficinas gubernamentales, quebraron varios vidrios de las oficinas gubernamentales con piedras lanzadas con resorteras y de que la Guardia Nacional lanzara gases lacrimógenos para contenerlos.

Desde las primeras horas del día se vio el efecto del anuncio de una nueva movilización de estas características en la capital. Las calles más transitadas de la ciudad estuvieron semivacías y otras, de plano, vacías.

Junto con el anuncio de la movilización se extendió el aviso de que no habría transporte público a Chilpancingo de las rutas de estos municipios.

Varias instituciones educativas suspendieron clases y cerraron algunos negocios.

Hace dos años, el 10 de julio de 2023, unos 5 mil habitantes de Mochitlán y Quechultenango irrumpieron en la capital, supuestamente, para exigir obras sociales, como parte de la movilización retuvieron a policías, funcionarios estatales y vehículos de las fuerzas policiacas.

De acuerdo con testimonios fuera de grabadora de funcionarios estatales, la intención real de aquella movilización fue para negociar la libertad de Jesús Echeverría Peñafiel, un líder transportista de Colotlipa que días atrás fue detenido con armas y droga.

A la movilización de ese entonces, donde no habrían conseguido mucho, le siguieron los ataques a los conductores del transporte público. Taxistas fueron quemados dentro de los vehículos.

La marcha “pacífica”

De tanto insistir, quien tenía el uso del altavoz de que la movilización era pacífica para demandar el cumplimiento a diferentes obras sociales, entraban dudas de que lo fuera.

El contingente proveniente de la Montaña baja y alta portó una manta gigantesca, como la protesta, con este mensaje: “Marcha pacífica por la defensa de nuestros derechos”, que se leía claramente a metros de distancia.

Muchos aspectos de la movilización desentonaban con la palabra paz. Cuando una parte del contingente ingresó por el acceso norte de Chilpancingo, alrededor de las once de la mañana, por la carretera de cuota que comunica con Tixtla y los demás municipios de la Montaña alta y baja, habitantes capitalinos que realizaban sus actividades en la zona corrieron para alejarse con rostros de pánico.

Los manifestantes portaban de forma evidente machetes y palos, además de los rostros cubiertos con capuchas.

Hasta el frente y atrás de la manta enorme venía un grupo de personas que por quien usaba el altavoz se supo que eran las presidentas y presidentes de los municipios de la región.

“Aquí vienen con nosotros los presidentes municipales, dos o tres los trajeron a regañadientes, no querían venir pero los trajimos a la fuerza”.

Los alcaldes eran encabezados por el presidente municipal de Atlixtac, Guillermo Matías Marrón, quien en la marcha de julio de 2023 participó como presidente de la Organización de Comisarios de Guerrero. Era evidente que Matías Marrón no era uno de los presidentes que venían a la fuerza. A veces se replegaba un poco, otras se adelantaba y se intuía que hablaba con personas a las que daba indicaciones.

En la marcha de este lado por la lateral norte-sur de la Autopista del Sol, quien encabezaba la marcha era el contingente de Atlixtac, con lonas en las que decían que demandaban que se terminara de construir el hospital. En segundo lugar los de Zitlala con la demanda de destituir a Domitila García Gutiérrez (delegada del Bienestar en Chilapa). En tercer lugar Chilapa, en cuarto Ahuacuotzingo, después Tixtla y al final Apango.

Foto Antonio Castañón

“Exigimos reencarpetamiento Chilapa-Ahuacuotzingo”, plantearon en lonas personas de ambos municipios.

Los de Tixtla que exigían la solución definitiva al problema de la laguna y la rehabilitación de la carretera Zoquiapa-Durazno-Monte Alegre.

Cada contingente se abrió paso en la marcha con una lona que decía Tixtla presente, Zitlala presente.

Durante la marcha se decía que pronto se encontrarían con la gente que venía del Valle del Ocotito y el circuito Río Azul.

Al llegar a la altura del Congreso local, la marcha salió del carril de alta velocidad para tomar la lateral del bulevar Vicente Guerrero, en donde ya los aguardaba el contingente de los municipios de Mochitlán, Quechultenango y Juan R. Escudero, los primeros del circuito Río Azul y el tercero del Valle del Ocotito.

Hostigamiento

En ese punto, atrás de la lona con el mensaje “marcha pacífica”, al centro de los alcaldes venía Matías Marrón. Desde ese ángulo reporteros tomaron varias fotos de la marcha, Matías Marrón corrió a increpar a esta reportera porque tomaba fotos y le dije que cubría la marcha como lo hacían otros colegas.

Matías Marrón hostigó: “Has de estar aquí de parte de los tlacos”.

Exigió una credencial.

Otras personas que venían en la marcha nos rodearon. Con toda calma dije que no traía en esos momentos una credencial porque bajé rápido del carro para tomar la foto de este instante, pero se la podía mostrar ahí o podía buscar mi nombre en el medio Amapola, periodismo transgresor y ahí lo encontraría.

Matías Marrón me arrebató el celular de las manos y revisó las fotos que había tomado, todas eran tomas generales de la marcha. Lo devolvió molesto y se reincorporó a la marcha.

Más adelante este contingente se fusionó con el de los habitantes del Valle del Ocotito y Río Azul, arengando a los manifestantes acerca de que su pliego petitorio de hace dos años no se había cumplido y que el gobierno los tiene abandonados.

Durante el trayecto se preguntó de forma personal a algunos habitantes cuáles eran sus demandas o qué les hacía falta en sus pueblos. Algunos desconocían por completo el tema de las obras sociales.

¿Qué tramo de la carretera les falta? Se preguntó a un grupo de hombres que llevaban una cartulina en la que demandaban que se concluyera el eje carretero. Se vieron unos a otros. Al que se le preguntó en concreto no supo responder, otro lo ayudó, dijo: nos hace falta el camino de Tonalapa a Quechultenango. El hombre originalmente increpado y que cargaba la cartulina sólo asintió.

¿Qué situación le afecta de la laguna? Se preguntó a alguien, se supone, de Tixtla. Respondió que era por la contaminación, de acuerdo con lo que había escuchado.

Un habitante de los municipios de la Montaña respondió que vino porque en su pueblo la telesecundaria solo tiene una maestra que atiende los tres grados. Se le preguntó desde qué año ocurría eso. Respondió que tenía quince días.

Algunas personas aceptaron que vinieron porque se los pidieron sus comisarios. “La indicación que nos dieron es que debíamos venir una persona por familia”. Los comisarios pusieron carros, pagaron la gasolina y les dieron el almuerzo.

Durante el trayecto de la marcha, desde el norte hasta las oficinas de gobierno, las tiendas de conveniencia a la orilla de la carretera, lucieron con formaciones enormes para comprar agua, refrescos y cervezas.

El tiempo que estuvieron a la espera afuera de las oficinas gubernamentales, las cajas de la tienda departamental Soriana, estuvieron saturadas.

“Vendimos bien, pero qué bueno que ya se van”, dijo una de las cajeras cuando se difundió la alarma de que tenían que salir porque debían rodear las oficinas para evitar la salida de los servidores públicos.

Funcionarios “retenidos”, puerta destrozada, vidrios rotos, gas lacrimógeno

Mientras marchaban los contingentes por la Autopista del Sol, el subsecretario de Asuntos Políticos, Francisco Rodríguez Cisneros, acompañado de varios funcionarios estatales y federales, en la explanada de las oficinas de gobierno, anunció en conferencia de prensa que esperaban a los manifestantes para una mesa de diálogo.

Estaban la secretaria de Salud, Alondra García; de Educación, Ricardo Castillo; de Planeación y Desarrollo Regional, René Vargas Pineda; del IMSS Bienestar, Jesús Ulises Adame Reyna; el director general de la Comisión Técnica de transporte y vialidad, Arturo Salinas; el director general de la Comisión de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento (Capaseg), Facundo Gastelum y el responsable del Instituto Guerrerense de Infraestructura Escolar (IGIFE), Benjamín Guinto, además de representantes de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Guerrero (CDHEG).

Rodríguez Cisneros, de guayabera color perla y pantalón negro, negó frente a todos que la marcha tuviera otras motivaciones, como la versión de que buscaban que las fuerzas policiacas y el Ejército ya no entren a las comunidades de esos 13 municipios.

Pero eso no fue lo que difundió antes el gobierno estatal en un comunicado en nombre del subsecretario. Ahí puso en duda la demanda de obras. “Ningún alcalde ni organización ha solicitado audiencia de manera oficial, lo que deja en duda el verdadero motivo de la manifestación”, es parte del texto difundido en las redes sociales oficiales del gobierno del estado.

Más adelante, todos esos funcionarios se trasladaron a la explanada exterior del Auditorio Sentimientos de la Nación, ante la demanda de los manifestantes porque no permitían ingresar a la gente al Palacio de Gobierno.

Cuando se instaló la mesa de diálogo Matías Marrón y Rodríguez Cisneros tuvieron un encuentro ríspido, que terminó con una frase que intentó ser amable de parte de Matías. Le dijo a Rodríguez Cisneros «mi gordito chicharrón», después de que pidió respeto.

“Ve, pues, cómo me dices”, dijo Rodríguez con una sonrisa forzada y se fueron a sentar para dialogar.

Ya instalados en el Auditorio Sentimiento de la Nación hubo una nueva demanda, que se presentara la gobernadora Evelyn Salgado Pineda, para tener un diálogo directo con ella.

Rodríguez Cisneros dijo desde el principio del encuentro que la gobernadora no estaba en Guerrero. Alrededor de las 2:30 de la tarde, Matías dijo que mientras no llegaba la gobernadora, los funcionarios quedaban retenidos.

Unos hombres que estaban sentados bajo los toldos colocados para evadir los rayos del sol, gritaron: “quítales la sombra”.

Matías giró instrucciones para que eso hicieran, enseguida, varios hombres levantaron el toldo para recorrerlo y dejar expuestos a los rayos del sol a las funcionarias y los funcionarios.

Matías les dijo que así iban a estar mientras llegaba la gobernadora. “Que se venga, nosotros nos cooperamos con un peso cada uno para pagarle el viaje desde donde esté”, ofreció.

Justo a las 2:50 de la tarde, frente a las oficinas de gobierno, la persona en el altavoz avisó a los manifestantes que no había avances en el diálogo porque la gobernadora no quería presentarse.

Para estos momentos, algunos trabajadores se retiraban de las oficinas y los manifestantes dispersos en busca de sombra, tomando cervezas o bebidas gaseosas.

“Compañeros rodeemos el Palacio, que nadie salga para hacer presión”, dijo el del altavoz y en cuestión de minutos, las oficinas de gobierno fueron rodeadas. Una parte de esas personas se dirigieron a la puerta principal y con herramientas para cortar fierro despegaron una parte de la puerta y otra cedió por los empujones de la multitud.

“Entremos, somos muchos, lo podemos hacer”, dirigía el del altavoz.

Una estampida de hombres con los rostros cubiertos ingresó. Adentro elementos de la Guardia Nacional y policías antimotines de la Policía Estatal ya estaban listos para actuar. Soltaron una bomba de gas lacrimógeno. Los que ingresaron corrieron en estampida ahora de regreso, junto con los que permanecieron afuera de la puerta principal.

Había mujeres con niños pequeños a quienes alcanzó el ardor del gas lacrimógeno, en seguida los bebés y menores se pusieron a llorar mientras las madres corrieron para alejarlos.

Con la rociada de gas lacrimógeno un ratito se calmaron los ánimos, pero unos minutos después parte de los hombres que entraron pero salieron inmediatamente por el gas lacrimógeno comenzaron a lanzar piedras con resorteras a los vidrios de los edificios del costado.

En varias oficinas había aún personal. De la parte de atrás del edificio se pudieron escuchar algunos gritos de pánico. Algunos empleados tuvieron crisis nerviosas por la agresión a pedradas.

Casi todos los edificios del costado derecho de la oficina de gobierno recibieron pedradas y éstas rompieron los vidrios.

Después de este conato de violencia, se generó un nuevo diálogo. La gobernadora llegaría al auditorio para presidir la mesa de trabajo.

La gobernadora sentada a fuerza

A las cuatro de la tarde, la gobernadora llegó al Auditorio Sentimientos de la Nación, en donde ya se había instalado una mesa de diálogo, con la presencia de los presidentes municipales de las regiones. Ya no se comentó nada sobre el lugar donde estaba, si era fuera de Guerrero, sólo pudo haber llegado en helicóptero.

Antes de arribar, Salgado Pineda posteó en su red social Facebook un mensaje en el que exigía la liberación inmediata de las funcionarias y funcionarios retenidos. Instó a quienes tenían esa postura a entablar una mesa de diálogo en un marco de respeto y legalidad.

“Mi gobierno tiene total disposición para escuchar y atender las necesidades de la ciudadanía, pero no tolerará acciones que vulneren la seguridad y libertad de quienes cumplen con su labor. Seguiremos trabajando con firmeza, responsabilidad y compromiso para encontrar soluciones conjuntas, siempre en el marco del respeto y la gobernabilidad”.

Cuando finalmente arribó a dialogar con los manifestantes llegó igual que lo hace en todas sus actividades públicas, perfectamente maquillada y peinada, una de las críticas constantes que enfrenta porque la entidad registra a diario asesinatos y desapariciones, además de otros delitos, mientras ella tiene la apariencia de haber salido de una sala de belleza.

Su primera intervención fue para pedir que dejaran salir a los trabajadores de las oficinas de gobierno, pero para este momento ya todos habían salido. “Por qué mejor antes de hablar no se informa”, gritaron desde afuera personas que seguían la negociación a través de las puertas de cristal del Auditorio.

La misma petición hicieron la presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDHG), Cecilia Gaytán Narciso y la líder del Sindicato Único de Servidores Públicos del Estado de Guerrero (SUSPEG), Adela Hernández Angelito, quien fue convocada a estar debido a la situación con los trabajadores.

La reunión duró tres horas. Una a una y uno a uno hablaron las alcaldesas y los alcaldes de los problemas en sus municipios.

Por parte de los alcaldes, aunque los organizadores siempre manejaron que estaban presentes los alcaldes de 13 municipios, en la reunión estuvieron solamente nueve: Pedro Ojeda Reyes, de Ahuacuotzingo; Ángel Aguilar Romero, de Acatepec; Guillermo Matías Marrón, de Atlixtac; Mercedes Carballo Chino, de Chilapa; Cinthia Gil Hernández, de Quechultenango; David Astudillo Morales, de José Joaquín de Herrera; Jesús Vázquez García, de Mártir de Cuilapan; Gerardo Mosso López, de Mochitlán y Alberto Michi Campos, de Tixtla.

Mercedes Carballo Chino, la presidenta municipal de Chilapa, quien es conocida en la Montaña baja que es cuñada de Celso Ortega Jiménez, ubicado por la Fiscalía General del Estado (FGE), como líder principal de Los Ardillos, negó que en su municipio no quieran la presencia del Ejército y la Guardia Nacional (GN). Dijo que ella trabaja de manera coordinada y bien con soldados y guardias.

Al final del diálogo, la gobernadora ofreció que los secretarios de despacho y directores de los organismos públicos que ejecutan obras acudirán personalmente a sus comunidades para atenderlos y supervisar los programas y obras.

La reunión terminó alrededor de las siete de la tarde. Casi una hora después los manifestantes iniciaron el camino de regreso a sus comunidades.

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