Aquí, todos deben saber hacer de todo lo concerniente a bajar, guardar, o subir, amarrar y desplegar las 23 velas que honran su estirpe, la de las viejas tradiciones marineras: la navegación sin motores, sólo impulsados por el viento. También, aseguran los hombres y mujeres del Cuauhtémoc, todos tienen que estar dispuestos a “dar un poco más”. Foto Jorge Ángel Pablo García
Por: La Jornada
El Buque Escuela Cuauhtémoc, un velero con más de cuatro décadas de servicio en la Secretaría de Marina Armada de México, es un símbolo de las tradiciones marineras y un embajador de la cultura mexicana en los mares del mundo. A bordo, la vida transcurre con disciplina y dedicación, donde cada miembro de la tripulación, compuesta por 261 personas, desempeña un papel crucial en el funcionamiento del barco. Desde las guardias de vigilancia de cuatro horas hasta las faenas diarias de limpieza, mantenimiento y navegación, todos contribuyen al éxito de la misión.
La cocina es el corazón del buque, donde desde las cuatro de la mañana se preparan alimentos para más de 300 personas, incluyendo cadetes nacionales y extranjeros. La tripulación, compuesta por hombres y mujeres, trabaja en equipo para mantener el barco en perfectas condiciones, ya sea escalando los 45 metros del palo mayor para amarrar las velas o reparando los motores en las profundidades del buque. La jornada laboral se extiende hasta las ocho de la noche, con momentos de descanso y actividades deportivas que fomentan la camaradería.
Luego de dos meses de mantenimiento, de que cada una de sus partes fue pulida o tallada, pintada o reparada meticulosamente, navega del astillero de Salina Cruz con destino al puerto de Acapulco, donde mañana recibirá a una nueva generación de cadetes. Foto Jorge Ángel Pablo García / La Jornada
El ir y venir sobre las cubiertas no para, Hay días de “baldeo”, es decir todo el piso superior de la nave se talla, se lava, se quita la suciedad. Hay otros en que el buque, en sus zonas más visibles es repintado en cada espacio. Todos participan en ello. Foto Jorge Ángel Pablo García / La Jornada
La labor se extiende a todos los espacios de servicio de comedor, donde de manera inmediata cada plato, cubierto, taza o vaso, se lava de una ve desocupado. Foto Jorge Ángel Pablo García / La Jornada
Cada quien tiene su especialidad, como ocurre con Karina Gil, “cabo del cuerpo general de máquinas”, quien se encarga de operar y reparar los motores del buque. Menudita, de 150 aproximadamente de estatura, comparte espacio y responsabilidades con hombres que también aman la mecánica de motores y la vida en la mar. Foto Jorge Ángel Pablo García / La Jornada
Durante las labores de cocina. Foto Jorge Ángel Pablo García / La Jornada