Ramón Garrido va a París 2024; a los 13 se tuvo que ir de México para practicar bádminton
El bádminton es una actividad obligatoria de la educación física en las escuelas de Dinamarca. Desde prescolar se puede observar a los pequeños golpear con fuerza el gallito, una tradición que se remonta al siglo XIX.
A casi 10 mil kilómetros de distancia, en Monterrey, Ramón Garrido se debatió entre jugar futbol como su padre o «probar» con un deporte que en nuestro país parece más lúdico que profesional.
«Conocí el bádminton a los dos años de edad, porque mi papá (Marco Antonio Garrido) era el encargado de los deportes con raqueta de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). Primero fue una curiosidad, pero la llegada de un entrenador chino al equipo me hizo decidirme por el gallito», comparte a La Jornada Garrido, quien está a unos días de ser oficialmente seleccionado olímpico para París 2024.
Sin rivales
A los 13 años no tuvo rival que pudiera ganarle en su categoría, por lo que decidió mudarse a Dinamarca, país donde los campeonatos mundiales y torneos de la especialidad gozan de gran popularidad.
«Primero me fui a Canadá a los 13 y después viví en Dinamarca entre los 16 y los 23. Mi nivel aumentó mucho, porque jugaba en una de las mejores ligas del mundo y la velocidad de mis disparos superaba los 200 kilómetros por hora. Las diferencias con México son muchas; para los daneses el bádminton es parte de su cultura y tienen muchos exponentes de talla internacional, además, gozan de gran difusión a escala nacional», explica el jugador, quien actualmente ocupa el sitio 29 del ranking olímpico.
«Clasifican a los Juegos los primeros 35 y ya no hay torneos. Solo es cuestión de esperar a que el 30 de abril se oficialice. Me siento feliz, asimilando lo que conseguí después de un camino tan sinuoso».
Garrido no sólo superó la separación familiar para alcanzar el sueño olímpico; también enfrentó la rabdomiólisis, una rara enfermedad que lo tuvo a las puertas de la muerte a pocos meses de conseguir su clasificación a los Juegos Río 2016.
«Lo que viví me dejará marcado de por vida. Fue un periodo muy oscuro en el que mis músculos se estaban autodestruyendo y eso poco a poco mataba mi cuerpo. Orinaba sangre y liberaba toxinas que recorrían mis vasos sanguíneos. Tuve falla renal, mi riñón derecho dejó de funcionar y el izquierdo estaba a un 50 por ciento», comparte.
Durante casi un año, el deportista se debatió entre la vida y la muerte, tuvo microinfartos nocturnos por lo que se mudó a España para vivir con el único médico que le dio esperanzas.
«Tardé mucho en recuperarme y por eso no pude participar en el proceso rumbo a los Juegos de Tokio. Perdí la confianza en mí mismo y también fuerza. Afortunadamente soy muy terco y no quería retirarme sin antes vivir el gran sueño de ser un seleccionado olímpico», compartió Garrido, primer mexicano en subir al podio en unos Juegos Panamericanos (bronce en Santiago).
Además de la rrabdomólisis, el mexicano también superó una rotura de rodilla que lo tuvo cerca del retiro. «Me han operado en ocho ocasiones, muchos entrenadores y médicos me dijeron que mejor ya no jugara. Me sirvió mucho trabajar en mi mentalidad y jurarme que nunca dejaría una meta abandonada».
De menos a más
En 2023, el regiomontano se ubicaba en el sitio 400 del ranking, por lo que tuvo que disputar 21 torneos y estar nueve meses lejos de casa para alcanzar el boleto a París.
«Tenía que jugar los certámenes de clasificación para entrar al cuadro principal de las competencias grandes, sólo así logré sumar el número de puntos que se requerían».
El respaldo económico no llegó para Garrido hasta que logró subir al podio en los Centroamericanos y Panamericanos.
«Mis padres, mis hermanos y algunos empresarios apostaron por mí, inclusive cuando estaba roto. Ellos se encargaron de pagar mi estancia en Dinamarca por años y también de cubrir la mensualidad del lugar donde entrenaba. No tuve beca sino hasta 2023. Pensé en retirarme, pero fue más fuerte mi orgullo por alcanzar mi meta».
¿Ganar una medalla en París? Casi imposible. El seleccionado está consciente de que estar entre los mejores del continente no será mérito suficiente para subir al podio. A lo que si se compromete es a poner a México en el plano internacional.
«Claro que me encantaría subir al podio, pero debemos poner los pies sobre la tierra. Lo que busco es ser el mejor mexicano que ha participado en mi disciplina y sumar triunfos, porque hasta ahora, nadie ha ganado un set».
Aunque tiene dolores crónicos producto de una lastimada rodilla, Garrido dará el cien por ciento para su preparación los últimos meses. Su última competencia antes de su debut en París será el Abier-to de Estados Unidos en junio.
El badmintonista será el segundo varón en representar al país en una justa veraniega luego de Lino Muñoz en Río 2016 y Tokio 2020. En la rama femenil han participado Deyanira Angulo, en Pekín 2008; Victoria Montero, en Londres 2012, y Haramara Gaytán, en 2020.