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Deportes

El Tricolor y Aguirre sufren descalabro en Honduras

Por: La Jornada

En la zona de Concacaf, el futbol vive en parte de la rivalidad y la confrontación entre los equipos y sus aficiones. No se trata de los roces habituales de un partido internacional. La tensión propia de un juego como el México-Honduras, celebrado ayer en la ida de cuartos de final de la Liga de Naciones, produjo conductas hostiles que el Tricolor no pudo controlar. Sin ayuda, no son nadieSigan soñando con el quinto partidoSon como el Chavo del 8, advirtieron decenas de carteles en el estadio Francisco Morazán, horas antes de que la propinara la derrota más importante hasta ahora en la tercera etapa como seleccionador de Javier Aguirre (2-0), quien dejó el terreno de juego ensangrentado tras recibir un golpe con una lata de cerveza.

Durante casi toda la noche, la lluvia persistente de la tormenta tropical Sara causó inundaciones y estragos en el alumbrado del inmueble. Hubo tres cortes de luz, las filas en las puertas de acceso se complicaron y, al momento de comenzar el calentamiento de los dos equipos, cientos de personas arrojaron objetos a los elementos mexicanos en su camino al vestidor. Aguirre, tenso por las injurias desproporcionadas, respondió a un sector de hondureños que se ubicó detrás de su zona técnica gritándoles ¡Chinguen a su madre, cabrones! y haciendo señas obscenas. Tras el silbatazo final, se acercó a despedirse del colombiano Reinaldo Rueda, pero el impacto de una lata de cerveza en su frente provocó que corrieran varios ríos de sangre.

Con el antecedente de la definición anterior, cuando el combinado mexicano derrotó en penales a los catrachos en la misma instancia 4-2 (2-2 global) luego de una polémica actuación del silbante Iván Barton –agregó casi 15 minutos antes de que cayera el empate del Tri–, los locales hicieron sentir su peso en multitud. Cuando el volante Luis Palma, elemento del Celtic de Escocia, aprovechó un error de César Montes y el rebote del arquero Guillermo Ochoa para marcar el 1-0 (64), el estallido en el Francisco Morazán fue ensordecedor. Volaron vasos con cerveza, botellas y el cuerpo técnico encabezado por Rueda lanzó gritos de júbilo hacia el cielo sobre la línea de banda.

El único avance con peligro del lado mexicano lo tuvo Julián Quiñones, quien avanzó a toda veloci-dad desde mitad de cancha y remató de derecha al poste, tras un desvío del arquero Edrick Menjívar. Fue acaso el mejor momento de los dirigidos por Aguirre, un lapso en el que los ataques mexicanos tuvieron pequeñas dosis de claridad. Después de ello, Honduras se apropió del escenario. Palma, figura en la banda izquierda, consiguió el doblete que tantas noches esperaron sus aficionados en San Pedro Sula (83). El llamado Príncipe, de 24 años, dejó atrás al lateral Jorge Sánchez y recortó hacia el centro del área, venciendo por abajo la estirada de Memo Ochoa.

El arquero cinco veces mundialista dejó al descubierto que su bajo nivel no es el mismo al que han mostrado los suplentes Luis Ángel Malagón (América) y Raúl Rangel (Chivas) en la Liga Mx. En 2023, México le frustró a Honduras sus aspiraciones de lograr su pase a la Copa América. Esta vez fueron los catrachos, con expresiones que se convirtieron en focos de violencia, los que repitieron una de esas noches soñadas en San Pedro Sula, donde hace 27 años, en un duelo de eliminatorias para la Copa de Francia 1998, consiguieron su primera victoria ante los mexicanos. Para avanzar a las semifinales el lunes, en el estadio Nemesio Diez, el representativo nacional necesita revertir la desventaja global con tres goles, si no pretende llegar al alargue.

A la espera de una resolución, el estadio Francisco Morazán podría ser vetado por la Concacaf en las próximas horas.

Esto es futbol. El partido fue limpio y aguerrido. Ellos merecieron ganar, no me queda más que felicitarlos y tratar de levantar el ánimo del equipo, declaró El Vasco en conferencia de prensa, evitando referirse a la agresión que sufrió en el campo. Lo otro no tiene caso ni mencionarlo. Estoy molesto por el resultado, porque creo que mis jugadores no merecían irse con el 2-0. Los errores nos condenaron. Más allá de eso, no puedo señalar a nadie. Tengo plena fe en que podemos remontar el marcador.

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