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Cultura

Siri y Paul: un recital de poesía y 43 años de amor, intimidad y literatura

Por: Reyes Martínez Torrijos / La Jornada

La relación amorosa de 43 años de los novelistas Siri Hustvedt y Paul Auster tuvo en el trabajo un componente íntimo, sostuvo la premio Princesa de Asturias de las Letras 2019 sobre su vínculo con el narrador que falleció el martes pasado.

«Lo que leí no fue entonces, ni lo es ahora, lo que sé cuando estoy con él. Su obra proviene de ese lugar en su interior que nunca llegaré a conocer», escribió Hustvedt en el libro de ensayo Una súplica para Eros.

«Conocí al hombre antes de leer lo que había escrito, pero si no me hubiera entusiasmado su obra como me entusiasmó, o si él no hubiera admirado mi forma de escribir, las cosas habrían cambiado».

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Paul Auster (Nueva York, 1947-2024) consignó en Una vida en palabras: Conversaciones con I. B. Siegumfeldt: «Siri es una de las personas más inteligentes que he conocido en mi vida. Ella es la intelectual de la familia, no yo, y todo lo que sé sobre Lacan y Bajtín, por ejemplo, lo he aprendido directamente de ella«.

En el ámbito de las letras, han sido una de las parejas con una perspectiva equilibrada en sus respectivas carreras. Hustvedt y Auster han contribuido con una bibliografía amplia y variada. Ambos obtuvieron el Premio Princesa de Asturias.

El primer encuentro entre ambos ocurrió el 23 de febrero de 1981, que la también poeta recordó. Fue a la salida de un recital de poesía, donde ella se fijó «en un hombre atractivo que está parado frente a la puerta. Tiene la cara delgada, los ojos enormes y la boca pequeña y delicada; el pelo casi negro y la piel morena clara».

Añadió: “En cuestión de segundos lo he abarcado con la mirada y me siento mareada por la atracción. No recuerdo si J. me ve comérmelo con los ojos y me dice que lo conoce, o si yo le pregunto si tiene alguna idea de quién es. ‘Es Paul Auster –dice–, el poeta’. Nos presenta y los tres vamos en taxi al centro”.

Consignó sin ambages: «en el taxi ya estoy enamorada, delirante, embelesada, arrebatada, y estoy tratando de disimular. El hombre que tengo al lado no lo está. Lo veo en sus ojos velados, pensativos». Tras acompañarlo toda la fiesta “paseamos por la calle y hablamos. Nos sentamos en un bar y hablamos. Los ojos hermosos empiezan a enfocar. Me está mirando, me está escuchando. Noto que le gusto».

«Son las primeras horas de la mañana y estamos juntos en West Broadway. Estoy muy cerca de él, mirándolo a la cara, pero ahora, después de horas y horas de hablar, no tengo nada qué decir. Es tarde. La velada se ha acabado, y volveré a casa y pensaré en él. De pronto él me besa, y es el mejor beso del mundo. Un taxi se para y nos subimos juntos a él».

Luego de esa ocasión Hustvedt leyó los poemas, ensayos y «Retrato de un hombre invisible», la primera mitad de La invención de la soledad, de Auster. «Me sorprendieron por su originalidad».

Este jueves, a escasos días del fallecimiento de su esposo, Siri Hust-vedt publicó ayer en su cuenta de Instagram su despedida de quien fue «testigo, amiga, amante, colega escritora y primera lectora (como él lo fue mío)».

La piedra azul,
es lo que yo recuerdo
de Paul Auster,

la piedra azul
suspensa, levitando,
no sé si luminosa

o transparente
o ambas cosas,
sobre una mano pálida

a la vez impertérrita y
algo trémula,
siendo esa piedra azul,

siendo el azul nomás,
ya no la piedra,
y sin embargo piedra

flotante,
no rodante,
y muy azul.

Ricardo Yáñez

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