«Norte», proyecto de amor advierte la directora tijuanense Natalia Bermúdez
En algunos momentos de una charla con La Jornada, Natalia Bermúdez es niña. En otros, una directora de cine con ideas firmes, pero también un “personaje complejo” al que no le importa exponer sus sentimientos, incluso, frentea la cámara que registrará un archivo fílmico sobre un tema personal.
Ella comparte sobre el proceso creativo de su documental Norte, dolorosa “operación a corazón abierto” y una erupción de vísceras que, sin embargo, al final deviene en terapia orgánica y una muestra de que “es necesario perderse en todas las latitudes para lograr encontrar el norte”.
En su filme de no ficción, producido por el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), de donde es egresada, expone la relación de dos carnales, la de ella y su hermano Rodrigo, joven que lucha por salir del infierno de las drogas.
Natalia realiza una exposición de su familia por medio de un ejercicio audiovisual valiente, el cual se exhibió ayer –y otros dos días más– en el Festival Internacional de Cine de Guanajuato, en León, San Miguel de Allende e Irapuato.
Es un documental de cómo dos hermanos “se encuentran, se conocen y se extrañan. Una película que trata de la recuperación de mi hermano bajo sus propios términos, porque no es un comercial de Vive sin drogas, (que obvio no funcionaron, ríe irónica). Era hablar de un terreno más complejo y honesto”.
Es una historia que versa sobre una recuperación mediante el amor y “de la música, que para nosotros significa familia”, cuenta Bermúdez, quien ayer exhibió en este mismo festival su corto de nombre Apnea.
“Desde que tengo memoria, mi hermano ha estado perdido en todas las latitudes de su adicción a las drogas. Después de años sin verlo, viajo con él al norte del país en busca de su sanación. Mientras hacemos juntos esta película, comprobamos en carne propia que el amor de hermanos es la brújula que lleva al norte.”
Así definió su trabajo en la sinopsis la nueva directora, que reconoce que el documental no la ha tenido fácil en cuanto a la exhibición debido a su tiempo. Dura 53 minutos y no es sencillo colocar esta duración. Para largometrajes mínimo es 60 minutos, pero para ella “tenía durar lo que tenía que durar”.
Al estar ante las primeras exhibiciones, confiesa Natalia, le surgen una “mezcla de sentimientos. Tengo muchas ganas de que la gente lo vea. Es pertinente. Norte es una operación a corazón abierto. No podría ser más honesto, lo es tanto, que en muchos momentos del rodaje, olvidaba que la cámara estaba montada para filmar. Es más difícil ser juzgado cuando tienes el corazón abierto. En ocasiones, cuando haces ficción resguardas sentimientos pero aquí pueden juzgar tanto a mi trabajo como a mí”.
Cuando rodaba, comenta la cineasta, se mezclaba la Natalia directora, la hermana y la hija. “Por eso me pareció interesante hacer un ejercicio como este; aunque al inicio me hizo entender varios temas pero también reflexiones existenciales, como las surgidas cuando me cuestioné: ¿por qué me estoy gastando el presupuesto del país en contar una historia personal? ¿Cuál es el sentido? Sentí egoísmo, la verdad. Pero al final, me hizo clic entender que, hablando desde el corazón, este trabajo no sólo me serviría a mí, sino quizá a alguien más que estuviera pasando por la situación de tener a un pariente o a un amigo con ese problema de la adicción”.
Comenzó a hacer Norte porque esa región (ella es oriunda de Tijuana) es su temática de esencia. Natalia dice que tuvo que madurar desde muy pequeña y entender algunas cosas. Pero desde niña, el tema llamado Rodrigo, su hermano, le quitaba el sueño, “el pensar que algo le pasaría”. De hecho, tiene filmado un cortometraje estilo road movie en el que dos hermanos, un niño y una niña, escapan de su casa en una aventura cuyo fin es “humanizar” al varón.
Al margen de contar su historia en el cine, asegura que siempre le han llamado la atención los personajes con contexto, “con carne”.
Recuerda que cuando el documental se analizó en el CCC, se hizo una polémica, porque hay una escena en la que su hermano le pide que apague la cámara, que ya no lo filme. Pero, finalmente, se quedó porque en ese momento su personaje, el de la hermana preocupada aparecía en el cuadro. “Soy un personaje, y uno complejo, justo como me gustan para la expresión audiovisual. También tengo mis defectos y aunque me pidiera que apagara no lo hice porque fue el momento que decidí exponerme”.
En las interacciones con su hermano, “a veces olvidaba que estaba grabando, y la historia así se fue mutando. Vivíamos y la cámara estaba ahí, como si tuviéramos sólo conversando y grabando con un teléfono celular. Quería que se sintiera esa cercanía. Y me gustó además que él cogiera la cámara, porque el documental lo hicimos juntos. Él escribió la película porque, yo tenía premisas, pero al final, él decidió por dónde iba”.
Norte fue un parteaguas en su relación. Los acercó y al final entendió lo que muchos terapeutas le recomendaban a su mamá cuando lo llevaban a rehabilitación: el quererlo. “Es lo único que puedes hacer, quererlos”, asegura. Ahora, su hermano está bien, pero, a la fecha, sus papás viven preocupados por él. “Ese bien siempre es frágil. Vivirán con miedo siempre… Somos personajes complejos y por eso desee retratarlos en la cinta”.
Empezó con el proyecto sola, pero poco a poco se fueron uniendo personas (un editor, un músico, un productor… que estuvieron en la situación de haber dejado una adicción). “Y lo que empezó sólo con una cámara se fue forjando como un proyecto de amor en conjunto, porque conecta. Por eso es que me importa mucho que se vea”, solicita la creadora audiovisual.
En el documental, una herramienta que se observa impulsa a la recuperación de Rodrigo, es la música. “Es lo mejor que hay en el mundo”, afirma Natalia. Su papá les enseñó a tocar guitarra. “Lo recuerdo (a mi padre) interpretando Old Love (de Eric Clapton), entonces, siempre sentí que la clave para que Rodrigo estuviera mejor estaba en la música, porque ésta, para nosotros, significa familia. Es algo muy cabrón. La música también significa para mí el norte. Son parte del mismo sentimiento. Hay algo en cómo Rodrigo y yo tocamos la guitarra. Lo veo y me identifico. Nos juntamos a tocar y veo que es algo en lo que mi papá nos unió”.
En el encuentro de cine de Guanajuato, que se celebra estos días en esa entidad, será la primera vez que en pantalla grande lo vea Rodrigo, lo que “me tiene nerviosa”, concluye la valerosa Natalia.