En una época difícil para el arte, Mark Janssen ofrece a los niños historias felices
Con una espectacular trayectoria de ilustrador, en la que ha publicado más de 500 libros tanto para adultos como para niños, varios de los cuales han sido traducidos a más de 10 idiomas, el neerlandés Mark Janssen decidió hace siete años dedicarse de lleno a la literatura infantil, también como escritor, convencido de que la infancia es la forma más pura del ser humano. A partir de entonces, se ha destacado como uno de los principales autores en los Países Bajos y el resto de Europa en ese ámbito.
“Nuestra forma más pura es cuando somos niños. No estamos aún tocados por la educación ni por esa visión adulta tan restringida de la libertad. Es la etapa en la que reaccionamos no con la cabeza, sino con los sentimientos, virtud que perdemos al llegar a la adultez, cuando hacemos las cosas sólo con la mente y excluimos las emociones y los sentimientos. Los sentimientos son más importantes que la mente. La mente tendría que seguir a los sentimientos y no al revés”, sostiene.
Mark Janssen se encuentra por vez primera en México, invitado por el Fondo de Cultura Económica (FCE) para participar en la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil (Filij), que concluyó ayer, y presentar en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara los tres libros de su autoría que ha publicado ese sello mexicano.
Estos son: Siempre cerca, La isla y ¡Alto! ¡Monstruos!, el primero de los cuales considera el más importante y hermoso, al abordar desde una visión esperanzadora el complejo tema de la muerte de los seres queridos.
“Es la historia de un niño que pierde a su abuela; a través de ella quiero hablar sobre el ciclo de la vida. Es una historia llena de esperanza en la que queda patente que el final puede ser también el comienzo de algo nuevo”, comenta el autor en entrevista con La Jornada.
“Son temas difíciles, pero muy necesarios de abordar, porque en todas las familias la gente envejece y luego fallece. No escojo los temas, éstos me eligen a mí. Esta historia me llegó al estar en Nepal de embajador de una fundación para atender temas de infancia. Me conmovió mucho la manera en que allá se relacionan con la muerte, muy diferente a la de mi país”, refiere.
“Quise contar esta historia para dar mi opinión sobre ese tema desde una posición filosófica y espiritual, mediante la que pretendo decir que la muerte de alguien no significa su final, sino que, de alguna manera, seguimos existiendo en nuestros seres queridos, así como en los aspectos más sutiles de nuestro entorno.
“Conté esta historia a través de un niño de Nepal, pero estoy convencido de que es entendida por todos los pequeños del mundo, ya que los sentimientos son universales. Por eso me valgo de ellos para contar mis historias, porque sé que podrán llegar y tocar a muchos otros.”
El trabajo de Janssen de ilustrador y escritor, dice, busca reivindicar el derecho a la fantasía, la imaginación y la belleza en esta época en la que la realidad es muy compleja y violenta para la humanidad.
“Quiero platicar historias que traigan algo positivo a las personas; esto puede ser mostrando la belleza de la naturaleza, de la imaginación y de la fantasía. Mis libros buscan exteriorizar las cosas buenas de la vida, alimentar de esa energía poderosa para tratar de ser felices en un mundo donde hay mucho enojo, frustración y tristeza.”
El autor no desea pasar por ingenuo y asume que “el arte la tiene muy difícil en este momento” en el que, según sus palabras, sólo es válido lo que dictan la política, la economía y, a veces, la ciencia.
“En verdad la tenemos muy difícil; sé que no puedo cambiar al mundo, pero sí mi entorno. En un mundo donde hay mucho enojo y mucho temor, la gente necesita historias de felicidad, relajarse, leer mensajes de esperanza, de amor; eso es lo que intento compartir con mi trabajo”.
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