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Cultura

El mejor tributo a Charles Bukowski es releer su obra

Por: Daniel López Aguilar / La Jornada

La llama creativa del escritor Charles Bukowski, considerado «el último de los poetas malditos», se extinguió hace 30 años, el 9 de marzo de 1994. Para recordarlo, la editorial Anagrama publicó en México y España una redición del libro Ausencia del héroe: Relatos y ensayos inéditos (1946-1992).

El volumen «brinda al lector un viaje contracultural por las batallas literarias de los años 50, la agitación sicodélica de la década de 1960, los placeres narcisistas de los años 70 y la distopía reaganista de los 80», explicó el sello en su página oficial.

Además, se incluyen crónicas de sus «infames» recitales públicos, reseñas de su obra, entregas hilarantes de su columna en la prensa y otras joyas recién descubiertas.

Las aportaciones culturales de Bukowski «son infinitas porque el prosista fue dueño de una técnica prodigiosa que en la actualidad sigue cosechando lectores», afirmó Carlos Velázquez, conocedor profundo de su obra.

En entrevista con La Jornada, el narrador lamentó que “aunque la mayoría de los lectores lo consideren bohemio y alcohólico, Bukowski es mucho más que sólo cerveza y vino barato, pues sus relatos superaron las expectativas de otros escritores de su generación.

“Fue novelista, poeta y cuentista de primera categoría. Supo jugar muy bien con las formas narrativas, como en la parodia Nacimiento, vida y muerte de un periódico underground, texto que trasciende la etiqueta comercial de realismo sucio.”

El realismo sucio es un movimiento surgido en Estados Unidos que se caracteriza por el lenguaje directo y descarnado, honesto y sin eufemismos. Sin embargo, el concepto sigue desatando polémica entre los críticos literarios, a los que se suma Carlos Velázquez, pues se trata de «una etiqueta que debería ser desterrada, porque impide apreciar la calidad de los autores; al final, cada obra catalogada así es literatura».

Nunca se ha dejado de editar

Naturalizado estadunidense, Henry Charles Bukowski, cuyo nombre de pila era Heinrich Karl Bukowski, nació en Andernach, Alemania, en 1920. Sus padres se trasladaron a Estados Unidos en 1923 tras una crisis económica derivada de la Primera Guerra Mundial. La ciudad de Los Ángeles influenció bastante la narrativa del literato, quien pasó ahí gran parte de su vida.

Entre sus obras más conocidas se encuentran Se busca una mujer (1973), Música de cañerías (1983) e Hijo de Satanás (1990), y las novelas: Cartero (1971), Factótum (1975), Hollywood (1989) y Pulp (1994), mientras Henry Hank Chinaski fue el personaje ficticio que protagonizó varias obras del prosista.

En las librerías nacionales, las obras de Bukowski nunca se han dejado de editar. Lluïsa Matarrodona, coordinadora de Anagrama en México, señaló que los títulos más recurrentes son La máquina de follar (1972), Mujeres (1978) y La senda del perdedor (1982).

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Por separado, Carlos Velázquez (Torreón, 1978) puntualizó que “si existe un culto a Chinaski, se debe a que éste supo retratar a través de su alter ego a muchísimos gringos de la clase baja. Las tradiciones literarias tienen cierta petulancia por culpa de la Academia Sueca, instancia que suele marginar los textos que no se apegan a las corrientes dominantes. Buko le dio una patada a la academia e incluso le demostró que también se podía hacer buena literatura desde los barrios bajos.

“Además de su prosa directa, lo que más me gusta es su humor. No hay libro que no te arranque unas carcajadas, no importa que esté narrando que ha contraído una enfermedad venérea o que lo echaron de alguna pensión de mala muerte por no pagar la renta.

“Bukowski y Burroughs no se autodefinieron como escritores malditos, sino que se les denominó así por la manera en que esgrimieron la palabra contra las corrientes bien pensantes. Probablemente, Chinaski es el último maldito de manera orgánica; después vinieron otros que empezaron a escribir para ser catalogados así.

“El panorama de la literatura gringa está lleno de borrachos, pero no todos son criticados de la misma forma. Un ejemplo: el alcoholismo de John Cheever fue más furibundo que el de Buko; otro caso es Jack Kerouac, quien bebió hasta que le estalló el hígado.

«No existen especialistas en la vida de Bukowski debido a que él mismo se encargó de contar todo en sus historias. La única persona que lo conoció en persona y convivió con él varios años es el poeta Neeli Cherkovski. El mejor tributo es releer sus obras», concluyó.

Bukowski murió en San Pedro, California, a los 74 años, de leucemia.

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