Carlos Monsiváis: viaje al corazón de la frontera
El legado de Carlos Monsiváis, a casi catorce años de su muerte, se extiende en distintas zonas de nuestra cultura. Su afán de abordar todo lo mexicano, se expresa en decenas de libros e innumerables textos dispersos, que cobran vida al repaso de cada nuevo lector. Es un autor que tendrá una larga vida en la memoria de nuestra cultura. Aparte del mural monsivaíta de la cultura mexicana, su papel de crítico del autoritarismo y activista de muchas causas, destaca, como un secreto muy bien guardado, su interés por la frontera norte de México.
Desde inicios de los setenta comenzó a visitar esta región del país, primero, dando cursos de verano en la UABC, participando en coloquios de El Colegio de la Frontera Norte, en encomiendas periodísticas y festivales culturales, que trazan sus huellas en el trayecto de la cultura regional. La revista Proceso lo envió a reportear el caso ABC, que, después de la asonada, derivó en la creación del semanario Zeta. Participó como activista en la lucha contra el sida, apoyando a los afectados tijuanenses, en su respuesta civil e intentos de organización.
Su papel como presentador de los mitos nacionales despertó inusitado interés. Ya fuese Blue Demon, el Piporro, María Félix o Yolanda Montes, Tongolele, en los patios de palacio municipal, el teatro del Cecut, la Feria del Libro, o la discoteca Tilly’s, acompañado por multitudes que atendían sus recuentos eruditos, con la intensidad lúdica de un performance. Un desfile de mitos nacionales en el domicilio fronterizo.
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El diálogo con el proceso chicano, ocupó su interés desde mediados de los años setenta en la ruta que va de Tijuana, al este de Los ángeles. Otro aspecto que le sirvió para iluminar zonas de la cotidianidad fronteriza, era el examen de la contracultura, ya sea la juventud chola o el rastro huidizo de los pachucos en las ciudades de frontera. Pionero también de los estudios culturales, vio en la frontera una zona de experimentación, de síntesis y novedades. Le atraían la vida nocturna, los arabescos del kitsch, el intercambio binacional, con las escenas veloces de una realidad siempre cambiante.
Con la clase política local fue muy duro. Textos y entrevistas reflejan sus opiniones sobre Ernesto Ruffo o Roberto de la Madrid y otros. Del crimen de Colosio extrajo lecciones desoladas sobre la impunidad y el absurdo burocrático policial. En sus ensayos y crónicas hay un repaso iluminador de un conjunto de temas significativos: los sucesivos nacionalismos, los mitos de la identidad nacional, la americanización como pasaporte al lenguaje de la modernidad. El impacto del turismo en las ciudades y su moral pública; los senderos de la leyenda negra, desde los tiempos de la Ley Seca. El prejuicio estadunidense contra México: con los ejes de racismo, exclusión y xenofobia. La nota roja como crónica alterna de las sociedades y soundtrack de la narcocultura. Las tradiciones fílmicas y literarias de ambos países, que orbitan sobre la frontera, como interpretación o sentencia difamatoria.
En esta mirada abarcadora, la frontera emerge como un talismán temático. Una zona de entrevero, refundaciones y cruzamientos delirantes, que encontró a un viajero con la inteligencia, la mirada implacable, pero solidaria, de Carlos Monsiváis.
El autor es escritor, editor y promotor cultural. Reside en Tijuana, Baja California. Autor de los libros de crónica Zona de turbulencia y Halloween en la Calle Mayor, entre otros. Responsable de Metro Editores y director del Festival Tijuana Interzona.
Correo: sarabialeobardo@gmail.com