Para Fosse, lo más importante de la vida no se dice, se escribe
El escritor noruego Jon Fosse (1959) dijo: «escribir me recuerda a la música», y que desde su adolescencia dejó de sólo interpretar y escucharla: «intenté crear algo de lo que experimentaba cuando tocaba. Eso es lo que sigo haciendo».
En el discurso Un lenguaje silencioso, con motivo del Premio Nobel de Literatura que obtuvo este año, este jueves en Estocolmo, en una ceremonia que se transmitió por Internet, el novelista explicó que el acto de escribir «es para mí escuchar: cuando escribo nunca me preparo, no planifico nada, procedo escuchando. Así que si debo utilizar una metáfora para la acción de escribir, tiene que ser la de escuchar».
En su lectura abordó su descubrimiento de la literatura, pues aprendió que era una forma de recuperar su lengua contra el miedo. “Y si tenía que hacerlo, no podía ser en los términos de otras personas, sino en los míos. Empecé a escribir mis propios textos, poemas cortos, relatos breves, y descubrí que hacerlo me daba una sensación de seguridad».
«En cierto modo, encontré un lugar dentro de mí que era sólo mío, y desde ese lugar podía escribir lo que era sólo mío. Ahora, unos 50 años después, sigo sentándome y escribiendo, y sigo escribiendo desde ese lugar secreto dentro de mí, del que, sinceramente, no sé mucho más que su existencia».
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Fosse relató que al escribir experimenta la sensación de «ser un niño, construir cabañas de hojas en el bosque, meterse en ellas, encender velas, sentarse y sentirse seguro en las oscuras tardes de otoño».
El narrador desplegó algunas pistas de sus obras: cada una «tiene su propio universo de ficción, su propio mundo (…) Pero un buen poema, porque también he escrito mucha poesía, es también su propio universo, se relaciona principalmente consigo mismo. Quien lo lea puede entrar en el universo que es el poema; sí, es más una especie de comunión que de comunicación».
Sintetizó: «nunca he escrito para expresarme, como se suele decir, sino más bien para evadirme de mí mismo».
Con una conocida frase de Jacques Derrida, Jon Fosse contó que «lo más importante de la vida no se puede decir, sólo escribir», y en esa línea “intento dar palabras al discurso silente. Cuando escribía teatro podía utilizar el discurso silente, la gente muda, de una forma totalmente distinta a la de la prosa y la poesía. Todo lo que tenía que hacer era escribir la palabra pausa, y el discurso silencioso estaba allí. Aun así, estoy bastante seguro de que lo que más habla a través de las pausas es el silencio».
“En mi prosa, quizá todas las repeticiones tengan una función similar a la que tienen las pausas en mi drama. O tal vez es así como yo lo pienso, que mientras hay un discurso silencioso en las obras de teatro, hay un lenguaje silencioso detrás del lenguaje escrito en las novelas, y si he de escribir buena literatura, este discurso silencioso también debe expresarse, por ejemplo en Septología.”
El espíritu de la totalidad
Añadió que el discurso o lenguaje silente se expresa a partir de una obra completa, como una novela o una obra de teatro. Lo importante, remarcó el novelista, «es la totalidad, que también debe estar en cada uno de los detalles, o quizá pueda atreverme a hablar del espíritu de la totalidad, que en cierto modo habla tanto desde cerca como desde lejos. ¿Qué oyes si escuchas con suficiente atención? Se oye el silencio. Y como se ha dicho, sólo en el silencio puedes oír la voz de Dios
«.
En algún momento, narró Fosse, sintió que ya era más que suficiente hacer teatro y lo dejó, pero “escribir se ha convertido en un hábito del que no puedo prescindir –quizá, como Marguerite Duras, se pueda decir que es una enfermedad–, así que decidí volver al punto de partida, a escribir prosa y otros tipos de escritos”.
En los recientes 10 o 15 años se ha dedicado a la prosa. “Primero escribí Trilogía, y cuando me concedieron el Premio de Literatura del Consejo Nórdico por esa novela, lo viví como una gran confirmación de que también tenía algo que ofrecer como escritor de prosa. Después escribí Septología.
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“Creo que es entonces cuando estoy más cerca de lo que se puede llamar felicidad. Toda la Septología tiene en su interior recuerdos de muchas de las otras obras que he escrito, pero vistas desde otra perspectiva. Que no haya ni un solo punto final en toda la novela no es una invención. Simplemente escribí la novela así, en un flujo, un movimiento que no exigía un punto final”.
Dado que en sus textos hay muchos suicidios, Fosse temió que pudo haber contribuido a él, pero se sintió conmovido por «aquellos que escribieron con franqueza que mis escritos sencillamente les habían salvado la vida. En cierto sentido, siempre he sabido que escribir puede salvar vidas, quizás incluso haya salvado la mía. Y si mi escritura también puede ayudar a salvar la vida de otros, nada me haría más feliz», concluyó.