Aumenta incidencia de trastornos alimenticios entre los hombres
Ciudad de México, 29 de noviembre. Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) presentan un ligero aumento en el registro de su incidencia en hombres a partir de 2017 debido, entre otros factores, a “que se han fracturado los estándares sociales y culturales que impedían el diagnóstico y la valoración de personas del sexo masculino”, destacó el académico de la Licenciatura en Nutriología de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Eduardo Otáñez Ludick.
“Se decía que el varón no se enfermaba, que no padecía trastornos, pero resultado de los movimientos sociales y el arribo de las nuevas generaciones se ha ampliado este panorama, y esto ha permitido que existan diagnósticos y se aminore el estigma”, detalló.
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), contenidos en el informe “Tasa de casos nuevos de enfermedades sobre trastornos mentales y del comportamiento seleccionados y entidad federativa según sexo”, indican que de los principales TCA –anorexia y bulimia– por cada 100 mil habitantes, en 2017 en hombres fue de 1.40; para 2018 se incrementó a 1.46; y en 2019, 1.70.
Sobresalen entidades como Chihuahua y Guanajuato, donde se tuvieron en 2019 tasas de 5.73 y 4.45, respectivamente, de nuevos casos de varones, cifras por encima de la media nacional; en contraste, Querétaro y Durango, 0.18 y 0.44, respectivamente, por cada 100 mil habitantes.
A propósito del Día Internacional de Lucha contra los Trastornos Alimentarios, que se conmemora el 30 de noviembre, el especialista consideró que los TCA, como anorexia y bulimia, siguen siendo un tema difícil de abordar.
“Como pacientes tememos que nos digan que estamos sufriendo una enfermedad como esta, y más aún si es algo relacionado con la salud mental, debido a que persiste un estigma”, resaltó.
El también psicólogo afirmó que a cualquier edad pueden presentarse, aun cuando las cifras sitúan a la mayoría de la incidencia en la población adolescente debido a los cambios sociales, psicológicos y culturales que viven.
Otáñez Ludick se refirió además a las denominadas conductas alimentarias de riesgo (CAR), las cuales, aunque no implican que posteriormente se desarrollará un TCA, “sí pueden manifestar señales de alerta”.
“Son, para citar un ejemplo, restricciones totales de algún alimento; o, en contraste, el exceso en el consumo de otro, como es el caso de los ultraprocesados”, precisó.
Implican efectuar ayuno prolongado porque en la noche se acudirá a una reunión y se ingerirán demasiadas calorías; realizar un conteo calórico específico, además hacerlo en exceso, incluso asociarlo a trastornos de otro tipo como ejercicio excesivo, explicó.