Atrapados, sin comida y sin cultivos: la vida en la Montaña tras el huracán
Los habitantes de la región de la Mixteca guerrerense, más conocida como la Montaña, catalogada como una de las zonas más marginadas y de pobreza extrema en México, vive momentos de desesperación tras el paso del huracán John, que además de destruir sus viviendas y llevarse a seres queridos, los dejó atrapados, sin acceso a alimentos y con sus cultivos destruidos casi en su totalidad.
«Tuvimos casi una semana de huracán, se llevó todo. Se comenzaron a caer las casas, a desbordarse los ríos o cubrirse los caminos, a quedarnos sin teléfono, sin luz. Perdimos la mayor parte de nuestros cultivos y no llegan alimentos; vivimos de lo que teníamos guardado, nos urge ayuda del gobierno», narra Silvano, campesino de Zilacayota, Acatepec, localidad de Guerrero incrustada en la región de la Montaña.
En entrevista vía telefónica, dice de manera entrecortada por la mala señal que ha dejado el meteoro, los alimentos comienzan a escasear entre las familias y no hay forma de salir ni entrar a la zona debido a que los ríos se han salido de su cauce y los caminos que llevan a diferentes comunidades han quedado tapados ya sea por el agua o los deslaves.
La zona ha quedado devastada, cuenta Silvano, quien perdió toda su pequeña producción de aguacate, al igual que sus vecinos, quienes, dice, vieron cómo sus huertos de café, frijol, calabaza y sobre todo maíz, fueron prácticamente destruidos. «Todos nuestros cultivos, que más que para vender son para comer nosotros, para vivir todo año, se fueron».
En los distintos municipios de la región (Malinaltepec, Acatepec, Tlacoapa, Metlatónoc, Cochoapa, Alcozauca y Tlapa, entre otros), dice Hubert Matiúwàa, integrante del colectivo Gusanos de la Memoria, «nuestra gente perdió sus casas, sus animales domésticos y sus siembras de maíz. La abundancia de agua y viento dañó los elotes recién germinados, los pudrirá; por tanto, no alcanzará la cosecha según la medida que necesita cada familia para pasar el año».
Una región marginada
Destacó que la mayoría de las 197 comunidades que integran la Montaña no tienen luz eléctrica, lo que afecta a más de 39 mil habitantes, que ante la pérdida de cultivos y la imposibilidad de hacer llegar alimentos necesitan apoyo de las autoridades, a quienes piden intervenir para ser incluidos en el padrón de personas damnificadas.
Abel Barrera, fundador del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, ha descrito la región compuesta por 19 municipios del oriente de Guerrero, como un lugar sin atención gubernamental, donde todo ha sido trágico y donde desde hace por lo menos 50 años cada generación de jóvenes ha estado destinada al trabajo agrícola.
Al respecto, añade Matiúwàa, la región es rica tanto en cultura como en bienes naturales; sin embargo, durante décadas el territorio fue concesionado a consorcios mineros pese a la negativa de los distintos pueblos, los cuales fueron quedando marginados. «Vivimos en la Montaña porque nuestros antepasados fueron desplazados, asesinados por las guerras de la colonización, y como era antes, así es ahora. Nada ha cambiado».