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La visita de Lula a Cristina Kirchner calienta la fría Buenos Aires

Por: Alejandro Aldán

Buenos Aires, 3 de julio. – El frío cortaba como cuchillo en las calles de Buenos Aires. El termómetro marcaba apenas 8 grados, pero el fervor político ardía a todo lo alto. Cientos de personas, envueltas en bufandas y banderas, se agolparon frente al edificio de San José 1111, en el barrio de Constitución, donde Cristina Fernández de Kirchner cumple arresto domiciliario. No estaban ahí por el clima; estaban por la historia. Minutos después del mediodía, la escolta policial anunció la llegada de Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil y viejo aliado de la ex mandataria argentina.

Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, saliendo de su reunión con Cristina Kirchner. Foto Lucas Quintella

La Justicia había autorizado el encuentro un día antes, y Lula no desperdició la oportunidad. Entró al edificio a las 12:30 y salió 50 minutos después, dejando atrás un aura de complicidad y resistencia. Afuera, la militancia peronista coreaba consignas como si fuera un partido de fútbol: «¡Vamos a volver!», «Cristina y Lula». Era una escena cargada de simbolismo: dos gigantes de la izquierda latinoamericana, ambos perseguidos por la justicia en sus países, reunidos en un departamento porteño que hoy es trinchera política.

Foto Alejandro Aldán

Lawfare y balcones: la batalla política tras las rejas

Cristina Kirchner, condenada a seis años de prisión por la Causa Vialidad –un caso que ella denuncia como lawfare–, lleva meses convertida en un ícono de la resistencia. Su situación evoca la de Lula, quien pasó 580 días en prisión antes de regresar triunfal a la presidencia brasileña en 2023. «No es justicia, es persecución», repiten sus seguidores, mientras convierten cada visita, cada gesto, en un acto de rebeldía.

Foto Alejandro Aldán
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El barrio de Constitución se ha vuelto un escenario político. Desde su condena, los simpatizantes de Cristina han transformado la calle en una fiesta permanente, con cánticos, banderas y esperanza. Pero esta vez, el balcón –ese lugar sagrado para el peronismo, el mismo desde el que Evita arengaba a las masas– quedó en silencio. La Justicia impuso condiciones estrictas: nada de alterar el orden.

La foto que no fue (y la que sí)

Muchos esperaban el momento épico: Lula y Cristina asomándose al balcón, saludando a una multitud que soñaba con revivir la mística de los grandes líderes populares. Pero la imagen quedó en suspenso. En su lugar, quedó otra, la de la militancia de izquierda que sueña con ver caer a la derecha que amenaza –y lo está cumpliendo– con conquistar Sudamérica. 

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Entre ellos está “La Tere”, una militante de la tercera edad, quien entrevistada por La Jornada Baja California, con voz potente y convicción a prueba de balas, declaró: “Cristina es la líder del pueblo. A Cristina la condenaron porque ella es una política de las grandes. Una mujer, una estadista, que luchó por su pueblo, llamada por su pueblo, por eso es que la detestan el gorilaje –así se le dice a los simpatizantes de Milei– y los dinosaurios”. Su marido, sonriente, la presentó como «la hincha número uno» de la hoy lideresa del peronismo. 

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«Yo hubiera querido ser una mosquita ahí, escuchar lo que se decían», confesó Tere, imaginando el diálogo entre «dos intelectuales». «Vamos a volver… de la mano de la más grande», cerró.

El mensaje entre líneas: ¿un frente contra Milei?

El gesto del mandatario brasileño no pasó desapercibido. Vino a Argentina para la cumbre del Mercosur, pero su visita a Cristina –y su omisión de un encuentro privado con Javier Milei– habló más fuerte que cualquier declaración. En las calles, los militantes lo interpretaron como un guiño: la izquierda sudamericana no se rinde, y ellos fueron a “hacerle el aguante” a Lula. 

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Mientras el frío seguía mordiendo, una cosa quedó clara: en Buenos Aires, la política no se hace solo en los palacios. A veces, se hace frente a un edificio que evoca a la Europa antigua, entre cánticos, bajo la mirada atenta de quienes todavía creen que «la Patria Grande está más presente que nunca».

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