Francia: persisten las protestas en las calles; paralizan más actividades
Madrid. En la tercera jornada consecutiva del estallido social por la aprobación, vía decreto presidencial, de la polémica reforma de las pensiones impulsada, las principales ciudades de Francia se convirtieron ayer en escenario de actos de rebeldía espontáneos, paros en las actividades comerciales e intensos enfrentamientos entre manifestantes y la policía, de acuerdo con la información de la prensa francesa.
Había múltiples barricadas improvisadas en llamas, también se intentó tomar de forma simbólica algunos edificios públicos, pero lo que más está socavando el funcionamiento habitual del país es la paralización de algunas actividades comerciales, de transporte e industriales, como el de los trenes de pasajeros, las refinerías y la colecta de basura.
Decenas de miles de personas se movilizaron en esta jornada, no sólo en París, sino en ciudades como Nantes, Lyon, Caen, Saint-Etienne, Burdeos, Brest, Roanne, Marsella, Grenoble, Gap y Annecy, entre otras. Esto ha dejado al presidente, el conservador Emmanuel Macron, con el desafío más grave a su gobierno desde las protestas de 2018 del movimiento civil de los chalecos amarillos contra el alza en el precio de los combustibles, la injusticia fiscal y la pérdida del poder adquisitivo.
La tensión va en aumento en el país a sólo unas horas de la crucial votación en la Asamblea Nacional de las dos mociones de censura presentadas por separado por diputados de izquierda y ultraderecha contra del mandatario, que tienen previsto celebrarse hoy.
El número de detenidos es un reflejo del recrudecimiento de esta crisis. Tan sólo antenoche en París hubo 65 personas aprehendidas, mientras que en Lyon se informó de 30 arrestos, a los que hay que sumar las 310 de la primera jornada. Es decir, más de 400 detenidos acusados de desórdenes públicos y es previsible que la cifra aumente en las próximas horas.
Otro síntoma de la tensión máxima es el fuerte dispositivo de seguridad pública que se activó tanto en las inmediaciones de la plaza de la Concordia, como de la Asamblea Nacional, donde además está prohibido expresamente realizar cualquier tipo de protesta por mandato policial, bajo el argumento de “riesgo contra el orden público”.
Pero esta prohibición no evitó que proliferaran a lo largo del día las movilizaciones espontáneas, la mayoría de ellas protagonizadas por jóvenes combativos que han decidido convertir “el marzo de 23” en su “mayo de 68”, cuando se desató una serie de protestas contra la sociedad de consumo, el capitalismo, el imperialismo y el autoritarismo.
En otros lugares de la capital, miembros del colectivo Revolución Permanente invadieron brevemente el centro comercial Forum des Halles, enarbolando pancartas que llamaban a la huelga general y gritando “¡París en pie, levántate!”, según videos difundidos en redes sociales consultados por la agencia Reuters.
Los principales sindicatos locales, principalmente la Confederación General del Trabajo (CGT), insistieron en su mensaje de paralizar la actividad de Francia, que de hecho lograron parcialmente en algunos sectores.
Por ejemplo, en protesta a la reforma, se detuvo por completo la actividad en cuatro refinerías estratégicas del país, con lo que se teme que en las próximas horas o días empiece a haber un problema de abastecimiento de hidrocarburos dado a que otras se sumarían a la protesta. También hubo afectación en los servicios de transporte de pasajeros de trenes con distintos derroteros.
Se informó que, a raíz de la huelga de los controladores aéreos, se tuvieron que cancelar entre 20 y 30 por ciento de los vuelos. Y está el problema de la basura sin recolectar, que sobre todo en París se está convirtiendo un asunto de salud pública, al acumularse ya más de 10 mil toneladas de deshechos.
La policía antidisturbios utilizó gas lacrimógeno para enfrentarse a grupos de manifestantes indignados, quienes lanzaron piedras y otros objetos. Durante las movilizaciones se encendieron hogueras en las que ardieron efigies de cartón de Macron, a quien acusan de “dar la espalda” a la democracia.
En otras ciudades, como Toulouse, Burdeos, Lyon y Estrasburgo, masivas concentraciones de trabajadores coincidieron en reiterar el llamado de la CGT de no asistir a escuelas, fábricas, refinerías y otros lugares de trabajo para obligar a Macron a retirar su plan.
A partir de hoy, todas las miradas estarán puestas en la sede de la Asamblea Nacional, convertido en un fortín, donde se tiene previsto celebrar la votación de la moción de censura, que para salir adelante necesita 287 votos a favor.
Actualmente, a los grupos que presentaron la moción, que son desde la izquierda, por el bloque Libertades Independientes, Ultramar y Territorios, hasta la extrema derecha de Marine Le Pen, no les salen los números, pero tienen una ligera esperanza en que el bloque de Los Republicanos, que suman 61 diputados, apoyen finalmente la moción para tumbar la reforma, que es muy impopular en sus regiones.
De rechazarse la iniciativa, el gobierno de la primera ministra, Élisabeth Borne, caería, y la polémica reforma se archivaría, pero aún es un escenario incierto.