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Exitoso primer viaje en 6:30 horas de El Jaguar Rodante

Por: Emir Olivares Alonso / La Jornada

Cancún, QR, 16 de diciembre.- El pasajero del asiento P en el vagón A lucía radiante. En su semblante se asomaba esa satisfacción que sólo es evidente cuando un sueño se cumple. No era para menos, tras innumerables obstáculos, ayer el ocupante de esa plaza vio concretado uno de sus más anhelados objetivos.

En el primer viaje del Tren Maya, el asiento P fue ocupado por el pasajero Andrés Manuel López Obrador. En breves palabras, que expresó ante reporteros a bordo del tren, sintetizó su sentir al volver a viajar en ferrocarril: «Es ir convirtiendo los sueños en realidad poco a poco».

El simbolismo al develar una placa conmemorativa representó el arranque de la nueva era ferroviaria en el país.

Estratégicamente el sureste fue el elegido para convertirse en la tierra por la que El Jaguar Rodante se abra paso buscando potenciar una región de amplios contrastes: Cancún y la Riviera Maya como grandes polos de desarrollo –con una derrama en 2022 por turismo de 19.4 mil millones de dólares–, pero al adentrarse hacia el poniente, emana un sinnúmero de comunidades en las condiciones más precarias.

“… este proyecto será referente para impulsar el desarrollo económico y turístico de la región sureste del país en beneficio del pueblo de México”, es un extracto del contenido de la insignia develada por el mandatario justo en la estación San Francisco de Campeche, donde empezó el andar del jaguar.

El rugido del jaguar aguardaba desde temprana hora a los pasajeros –invitados especiales del Presidente. Frente a él viajaba el magnate Carlos Slim, y en los otros dos asientos estaban el secretario de Marina, almirante José Rafael Ojeda, y de la Defensa, el general Luis Cresencio Sandoval. En los nuevos tiempos políticos, las fuerzas armadas están a cargo de éste y otros proyectos insignia de infraestructura.

Hora y fecha quedarán inscritas en las crónicas del suceso: el 15 de diciembre de 2023 a las 10 de la mañana con 19 minutos comenzó el andar del nuevo tren.

A tope –sin plazas libres– y en medio de la algarabía, el tren partió de la estación. Una cascada de brillantes confetis le abrió paso al salir del andén y después corrió entre la selva que hace siglos albergó a los antiguos mayas mesoamericanos. La primera etapa inaugurada es la vía Campeche-Cancún.

El convoy cumplió y, en gran parte de los 473 kilómetros de recorrido, alcanzó una velocidad de 120 kilómetros por hora. En todo momento fue vigilado desde el aire por un helicóptero militar, mientras varias patrullas de la Guardia Nacional también lo acompañaron desde la autopista que va paralela a la vía.

La novedad llevó a decenas de curiosos a atestiguar –en varios puntos del recorrido– el paso del tren. Los puentes viales se convirtieron en la grada perfecta para, fuese a pie o arriba de los autos detenidos en fila, captar el video o la fotografía del recuerdo. Era ese pueblo al que a diario le habla el Presidente, pero que tal vez prioriza otras necesidades antes que costear el precio turístico del tren.

En el otro lado, desde la comodidad de su interior, a través de las grandes ventanas típicas de este tipo de transporte, la selva –la segunda más grande del continente sólo después de la Amazonia– se alzaba ante los ojos de los pasajeros.

Era inevitable no observar la ceiba, el «árbol de la vida» que para los antiguos mayas representaba la conexión de los tres niveles cosmogónicos: el cielo visto en su dosel de ramas arqueadas; el espinado tronco simbolizaba el plano terrenal y en sus raíces se tejía el inframundo. En la cima de su copa habitaba el Quetzal Celestial.

Un alto

En la ruta del jaguar estaba agendado un alto en la estación Mérida-Teya, cerca de la capital de Yucatán, para que López Obrador diera el banderazo de salida al transporte eléctrico que unirá el centro de esta ciudad con el Tren Maya, proyecto del gobierno estatal.

Un medio fundamental para los usuarios, pues en otras dos urbes relevantes en esta ruta: Campeche y Cancún, no existe aún una conexión fácil y económica con el centro. Por ahora, los taxis cobran al menos 250 pesos en Campeche y 800 en Cancún hasta la respectiva estación.

Tras una pausa de 35 minutos, el ferrocarril continuó el camino. Las limitantes de movilidad en el vagón exclusivo para reporteros y fotógrafos –no hubo forma de bajar en Mérida ni de documentar la festividad en el tren– comenzaron a hacer tedioso el viaje, cuando sorpresivamente apareció el Presidente.

Los periodistas se arremolinaron ante su persona y la charla inicial transmutó en una segunda mañanera del día –aunque en horario vespertino– que se prologó por 43 minutos. El intercambio empezó cuando el tren pasaba por Izamal y terminó en las inmediaciones de Valladolid.

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López Obrador irradiaba alegría, satisfacción y entusiasmo. Atendió todas las interrogantes, hasta las que advertían sobre las obras y estructuras inconclusas que fueron evidentes a lo largo del trayecto. «Le falta», reconoció. «¿Habrá fiesta?», preguntó algún despistado. «¿Y qué cosa es esto?», reviró.

Era tal su ánimo, que al cerrar la plática se acercó aún más a los reporteros y les dio la espalda. Todos captaron el gesto y al unísono posaron para la cámara. Foto que también quedará para el registro.

«Hoy la gente estaba feliz por la inauguración del primer tramo del Tren Maya de Campeche a Cancún. El 31 de diciembre será de Cancún a Palenque y, el 29 de febrero, todo, los mil 554 km. Poco a poco se va convirtiendo el sueño en realidad», publicó en redes sociales el pasajero del asiento P horas después de finalizar el viaje.

Diez minutos antes de las seis de la tarde –horario de Cancún–, el Tren Maya llegó a su destino. Seis horas y media después cerró con éxito su primera corrida. Entre el alboroto final, una voz se alzó: «Liberaron al jaguar».

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