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Con aparatos refinados o caseros, los deportistas prosiguieron entrenamientos

Por: Erendira Palma Hernández y Rosalía Villanueva / La Jornada

Imaginar a nadadores sin posibilidad de zambullirse en las albercas, improvisando brazadas en seco; tiradores que imaginaban que las salas de sus casas eran extensos campos de tiro y algunos atletas que se atrevieron a colarse de manera furtiva en instalaciones deportivas cerradas. Esas escenas las dejó la pandemia de covid-19 y el impacto directo que tuvo en la vida cotidiana de los atletas. Acostumbrados a entrenamientos especializados, la mayoría se vio obligada a buscar alternativas, desde las más costosas y sofisticadas, hasta opciones caseras para mantener la condición óptima que exige una disciplina de alto rendimiento. El estado anímico y la salud de los deportistas también se vieron comprometidos.

A medida que se incrementaban los contagios y ante la alerta sanitaria de la Organización Mundial de la Salud, las instalaciones del Comité Olímpico Mexicano, la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, el Centro Nacional de Alto Rendimiento y todo espacio deportivo público y privado en la capital del país cerraron sus sedes hasta que el gobierno federal emitiera la orden de apertura de acuerdo con el semáforo epidemiológico de la Secretaría de Salud.

Los deportistas comenzaron a entrenar en casa y otros adaptaron lugares sin tener contacto alguno con personas. Recibían los programas de acondicionamiento de sus entrenadores por dispositivos móviles o plataformas, la mayoría por Zoom, rumbo a los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio, con la incertidumbre de que podrían no llevarse a cabo.

En medio de una pandemia que obligaba al aislamiento, la selección mexicana de nado sincronizado se enfrentó al increíble reto de prescindir de los entrenamientos en equipo e ir más allá: practicar rutinas acuáticas afuera del agua.

“No habíamos podido competir desde 2019, todas entrenábamos en nuestras casas, nadie aceptaría tener a 14 atletas en una alberca en la pandemia de covid. Algunas compramos albercas para armar pero que no tenían la profundidad necesaria.

“Yo me amarraba a unas rejas que tengo en casa para simular brazadas y mantener la fuerza necesaria para las acrobacias. Cada quien trabajó lo más duro para llegar fuertes”, recordó Jessica Sobrino, integrante de la selección de nado sincronizado que pese a los imprevistos culminó como el mejor equipo de América en el Mundial de Natación de 2022.

Las ondinas no fueron las únicas que debieron cambiar su rutina, aunque dependiendo de las posibilidades económicas, cada atleta se las ingenió de manera diferente. Mientras varios futbolistas subían videos en redes sociales de sus prácticas en casa con equipamiento personal de gimnasio, algunas jugadoras como Charlyn Corral recurrían a las escaleras de su casa o algunos aparatos de ejercicio más modestos.

La adaptación para cumplir con sus entrenamientos también dependió del ingenio de cada atleta. La tenista suiza Belinda Bencic difundió un video en redes sociales donde practicaba su revés a dos manos contra una ventana en un hotel.

La argentina Nadia Podoroska y el uruguayo Pablo Cuevas convirtieron un mueble de casa en un rival improvisado para poner a prueba su técnica como tenistas: un colchón recargado de manera horizontal sirvió para practicar los peloteos.

“En casa hay que apelar un poco al ingenio. Se hace lo que se puede. Hasta pongo un colchón contra la pared para realizar ejercicios”, indicó Podoroska quien alcanzó en 2020 las semifinales de Roland Garros.

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