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Baja California

Nombrar pandemia, atestiguar pandemia: Entrevistas a creadores de Baja California

Por: Iliana Hernández Partida

Flora Calderón relata cómo vivió los días de encierro por la pandemia; sus pérdidas, sus aprendizajes, sus vivencias. Foto Edgar Lima

Por Iliana Hernández Partida

“Escribir significa pensamiento en acción, aunque esté herida”
Flora Calderón

¿Qué significa escribir, para qué?

Escribir para mí siempre fue un banco de agua clara, una ventana abierta al mundo exterior e interior conectados por sucesos y experiencias. Una forma de vivir, de respirar. Encontrar mi pensamiento en las cosas más complejas con el reto de escribir con proporción la explosión de lo sencillo, de lo impalpable. Aquí y ahora escribir es un banco de niebla, un atisbo de mar, un leve bramido de viento. Me rebasa la información, lo vivido en pandemia y postpandemia. Escribo diariamente desde hace muchos años, para que la memoria y la destreza, crucen el mundo interior y el exterior en una amalgama de las Floras que me habitan, de las experiencias que me acompañan, escribir para que sigan su camino las palabras, para que mis ojos y pensamientos se acerquen a otros. Escribir, ahora lo siento como una espada que cruza de mi cabeza al pecho. Escribir significa pensamiento en acción, aunque esté herida.

¿Qué hacías cuando llegaron los días de encierro?

Estaba trabajando, por la mañana acudía al centro de trabajo a organizar pendientes, entregas de libros, programando futuras presentaciones, todo se suspendió, en el aire quedaron algunos proyectos, rutas para la literatura, sin embargo, desde casa organicé el Encuentro de Escritores Mares de tinta, por medio de tarjetas postales, recibimos escritores de todo el país, incluso de un navegante en mar abierto. Muchos autores mandaron fotografías del lugar que se encontraban en resguardados, esa era la idea de acompañar el texto con una foto de su espacio, pero otros muchos, enviaron fotos de sí mismos, en ese momento me di cuenta de la necesidad de mostrar el rostro de decir este soy yo, como una manera de decir aquí estoy, soy testigo de una pandemia.

Fueron días de mucho trabajo en casa, responder correos, organizar, diseñar y subir al FB independiente de Mares de Tinta cada una de las postales y a su vez enviarlas a replicar en las redes de la SCBC-ICBC. Recibimos participaciones de Baja California, Tamaulipas, Chihuahua, Monterrey, Ciudad de México, Estado de México, Yucatán, Baja California Sur, Sonora, Morelos, Estados Unidos, España, Sinaloa, Sonora, entre otros lugares. Fueron alrededor de ciento cincuenta autores.

Flora Calderón en el Parque Revolución, Ensenada junio de 2023. Foto Edgar Lima.

Yo pensaba que cuando estuviera el punto álgido de la pandemia nos enviarían a casa y yo podría hacer muchas cosas, escribir, pintar construir cosas en madera, arreglar algunas cosas en casa, leer a ojo suelto… pero no fue del todo así, los turnos laborales se volvieron intermitentes, nos quedamos en casa cuando la pandemia comenzó a ser verdaderamente fuerte en la ciudad. Sin embargo, celebramos días de libros, entregando cientos de libros a las personas que lo solicitaran o acudieran al Ceart Ensenada en búsqueda de las publicaciones. Leer es un refugio, leer es un punto de partida, un paisaje inagotable. Con el paso de los días comenzamos a hacer presentaciones en línea y luego presenciales al aire libre y algunos talleres para niños. Estaba también dando el Taller Experimental de Literatura presencial y luego mudamos al modo en línea.

¿Qué temores tuviste durante pandemia?

Que todo se desmoronara, las personas, los animales, de enfermar y quedar en mal estado, presenciar el desvanecimiento de un mundo que conocí, a no poder aportar, ayudar a mis seres queridos. Temores pasajeros, temores de resquebrajamiento, temores de madera, de aluminio, de látex y nitrilo, temores de tres, cuatro y cinco capas, temores no tejidos, temores KN95, temores de careta, temores de tinte, de comezón en los ojos y la nariz, temores envueltos en chocolate, temor salpicar y ser salpicado. Temores que se lleva el mar, el viento, la risa, los ojos de mi madre, las miles horas de conversación con mi hijo. Temores asados frente al mar. Temores enlatados al vacío. Temores que se van marchando con la música y la escritura.

De cómo nace la visión poética

*
yo quería ser Liza Minnelli
Grace Jones
Amanda Lear y Chavela Vargas
la conjunción mágica para estar en otro mundo,
la lentejuela ardiente
y el cepillo para el cabello como micrófono
unos guantes de box
y la pata de aluminio que sostenía el lavamanos
del baño verde como bastón
una toalla en cuello
el kimono rojo y dorado de mi mamá
mi atuendo farandulero
el encanto de tener piernas y doce años
—siempre he querido un frac—
la pulcritud del mosaico verde
y la danza contrahecha
glam de closet
Marc Bolan | T Rex
Electric Warrior estallan
en el techo de la memoria

no sabía entonces que las poetas
eran esa danza que se abraza a sí misma
y envuelve al universo

¿Qué fue lo que creaste durante esos días?

Dibujos, hice algunos textos sobre palomas que comenzaron a hacer su nido en el techo, algunos otros sobre la calle, lo que acontecía por las calles de la zona donde vivía, de los trabajadores que nunca se detuvieron, pensamientos, nada en específico. Un abismo frente a mi mente, me abrió las puertas a tomar algunos seminarios cursos en línea. Continué por casi dos años dando el taller literario en línea, revisaba textos, tengo dos antologías de ese taller aún en proceso. Lo que hice más fue tomar cursos de Historia del Arte, Astronomía, Matemáticas, Biología, Literatura, presencié y di lecturas en línea, grabé videos, escuché muchos autores de otros países. Pude crear lentamente, conforme ordenaba un poco el caos en que mi mente se metió después de una intoxicación con químicos -esmaltes, tinta para madera- y tinte para el cabello. Observé el infinito en la calle, los pequeños sucesos que acontecían en mi entorno. Durante todo este tiempo las personas iban a sentarse a comer su lonche fuera de mi casa, o simplemente se sentaban a fumar un cigarrillo, tomar una soda y conversar.

**
vi una normalidad pasar a la tienda por una Coca-Cola
y unas galletas, vestía uniforme de una gasolinera

dos normalidades sentadas frente a mi puerta fumando
revisan su celular, hablan de regalos y zapatos
luego irán a hacer pasteles
una normalidad con perro limpia su auto
otra arrastra sus harapos hasta la esquina
y grita hermosas altisonancias piojosas.

***
a Lizandro

los esenciales están a tres cuadras
en una clínica
los no esenciales luchan por ser esenciales
lo esencial es invisible a los ojos, decía el Principito,
siempre supe que no soy esencial

y miro por la ventana florecer una jacaranda
hay a quienes la vida los ha magullado
visten careta, una radio, y deambulan
a la siete de la mañana para regresar a casa
a veces sueñan con robótica, un reloj, historia universal
se abrazan a Nietzsche, escuchan rokecitos
de los sesentas y sólo quieren abrazar a su hija
reparar una llave del agua y dormir.

Las aplomas, malopas

Las palomas hacen sus cosas sobre mi techo. No respetan que duermo, escribo, busco fotos, que intento grabar un video que siempre borro porque me siento como la doña del vestido rojo alucinando el refrigerador en Réquiem por un sueño. (Ellen Burstyn, Requiem for a Dream). Los señores de mantenimiento también están en cuarentena… y las palomas lo saben. No conozco a nadie con una escalera alta, un taladro inalámbrico y una maderita. Han volado dos ganchos para la ropa, dos hongos de madera–adornitos prescindibles– dos botes vacíos de medicina. Dicen constantemente: no se deprima durante la cuarentena, guarde salud mental, nada saben las palomas de eso. Mis manos sufren una alergia al agua dura de Ensenada y al cloro. No es sencillo guardar la calma con esos sonidos, imagino que nacerán cientos de palomas. El patio tiene ahora las ramitas que se les caen del pico. Procuro tener paciencia. Paciencia, paciencia, paz y ciencia, mientras pienso en trampas y sueño con una escalera.
abril 2020

****

Por la mañana, el estertor amordazo suena en el techo. El constante aleteo retumba en la ventana. Gorjeo incesante. Mi mal dormir durante toda esta cuarentena tiene principios alados. Dormir a medias. Cuando termine esta pandemia, sepan, palomas, que no seremos amigas.
mayo 2020

**

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Vivir en la fiesta. Palomas, grupos de norteño, solistas mariachis, floristas, boutiques. Vivir en la fiesta sin fiesta en casa. Me esperan quizá otras diez u ocho horas de música. Sí, sé que todos requerimos sustento diario. Amo la música y he pagado mariachis y norteños en bares, cantinas y banquetas. Mi poesía no sería igual de no haberme desgañitado cantado Un rinconcito en el cielo, de no haber puesto en la rocola mil veces La noche de mi mal, sin Mi casa nueva, sin cantar con mi mamá No volveré con todo el Hussong de coro. Pero en la soledad de mi casa, la lectura, la escritura, el dibujo se dan en otra forma, con música, elegida… pero la naturaleza ruidosa de las palomas es una música de estertores y globos de agua que han sido infundidos con la vida.
mayo 2020

****

Creo que anoche tuvieron pijamada las palomas, se levantaron hacendosas y en tacones. Se gorjean animosas unas a otras, se dan alazos, voladas pasan trayendo ramitas. Te invoco William Cullen, socorre esta neurosis que tiene los ojos hinchados y la mano desconchabada.
mayo 2020

*****

Un extraño silencio me acompaña este amanecer. No escucho el jolgorio, no hay merequetengue, acaso un ligero grrugrugrruu a lo lejos. Dormí en el sillón. Las palomas saben que no hay agua y caminan de puntitas. Las aladas saben, seguro, que anoche vi la película de Noé con Russell Crowe y que la señal de salida del confinamiento en el arca, era una paloma con una hojita en el pico. Las palomas callan y yo limpio mis manos con gel.
mayo 2020

¿Cuáles fueron los objetos con los que conviviste más?

Los utensilios de cocina, gel, iPad laptop, teléfono celular, tinta y opalina, televisión, pantuflas, ventana x1000, trapeador, escoba, sillón, libros, cobijas, lijas, trapos, tornillos. Toallas desinfectantes, bolsas, bocinas.

¿Cuál fue tu temor más grande?

Contagiar o llevar el virus a casa de mis seres queridos y que enfermaran, tuve miedo de abrazar. La muerte de seres queridos en soledad, no poder acompañarles.

¿Qué pudiste observar en los demás y en ti misma?

Una nebulosa nos atravesaba el pensamiento, que el desorden mental estaba hasta en las acciones más sencillas, olvidé el orden de trapear y barrer. Pude sentir entre la gente la barrera del miedo humano genuino que nos separaba frente a frente. También observé los estragos de permanecer aislado, aunque personalmente considero que me fue bien, al paso del tiempo la vida se me tornó muy pequeña, permanecí siempre en contacto con mi familia, los golpes de esta pandemia se llevaron gente amada, muy amada y eso nos cambia la vida, el curso del viento, la mirada y la fuerza.

A Claudia

La muerte se multiplica
me duelen los pies y la voz

Escuché:
si aprendieras de las experiencias
controlarías el paso, los miedos
pero ninguna experiencia sirve
frente a un féretro
o a soltar amores y verlos perderse en el cielo
globos que reventarán
o caerán desinflados lejos de la vista

ninguna experiencia
seca la fuente de lágrimas
ni el dolor en la pupila
ni la transparencia del paso
sobre las aceras

ningún cantor norteño, ni trío de boleros
puede frenar el golpe en la cabeza
ni la lluvia de tu ausencia
las suculentas me miran, se arrastran, posan
frente la nueva curvatura de mi cuello

frente al desorden
este cuerpo quiere ser un nuevo camino
abrazar remar fortalecer bíceps y piernas

giran en el ambiente
rastrillos, Q-tips, tazas libros
dibujos, lápices, desatornilladores

cables, pinzas tornillos
cajas entre el polvo que soy
y tu voz cantando
El abismo
tú todas las plantas
que giran estelares
tú todo el fuego
tú arrecife
tamborcito que late a las tres de la mañana.
Claudia, hermanita te extraño.

¿Cuáles son las lecciones que aprendiste y que también te remitieron al pasado?

Lecciones aprendidas: a utilizar químicos para limpieza y para barnizado de forma correcta. No pintarse el cabello cuando has utilizado muchos productos químicos. Que todo cuanto nos rodea y aparece tiene una incidencia en el día vivido y tarde o temprano aparecerá en la escritura, como aparecen los espectros de la infancia, la adolescencia y la juventud. Que hay amistades que se desvanecen como fotografías expuestas al sol. Me confirmó una vez más que la música es una máquina del tiempo que nos hace transitar del pasado al presente y atravesar por un futuro de ensueño. Que la literatura y la medicina son disciplinas que conviven con la condición humana en su profunda fragilidad. Que los abrazos habitan en la mirada y la piel. Que la muerte revive a los que amamos por medio del sueño y somos felices otra vez.

Arrojada a un pasado en el que caminaba por la ciudad incansablemente, un tiempo bajo el árbol de moras de mi tía Dalia y sus increíbles historias. La cerveza en el porche de mi tía Evelia, la alegría de mi tía Gloria contando historias increíbles, la mirada pensativa de mi tío Víctor. Un tiempo en el que vivía en una burbuja literaria y todo cuanto hacía tenía ese referente.

Un pasado que estalló frente a mí, arrastrándome a cientos de recuerdos que habían quedado sepultados, algunos por dolorosos e incomprensibles y que ahora vuelven a tener un rostro.

¿Qué aspectos de tu vida pudiste resignificar?

Pude aislarme …no sé, no sabría por dónde empezar este tema: resignificar la vida, requiere tiempos de paz después de vivir en torbellinos y parajes de niebla, requiere contemplación, en estos momentos de mi vida creo que aún debo trabajar en salir de la niebla y los torbellinos.

Enfado, una mañana de junio 2020 en la Ensenada, BC

Un elefante se columpiaba
sobre la tela de una araña
como veían que resistía
fueron a llamar otro elefante

—Mira por la ventana:
los floristas sacuden las ventanas
Dos elefantes se columpiaban
sobre la tela de una araña
como veían que resistía
fueron a llamar otro elefante

—El asfalto está húmedo, el cielo gris
dos mujeres y hombre cruzan la avenida
cada uno con un pastel en las manos
Tres elefantes se columpiaban
sobre la tela de una araña
como veían que resistía
fueron a llamar otro elefante

—Hablar del polvo, la malahora
los ríos de dolor articular, la insana felicidad
de los hocicos vagabundos y los enamorados
Cuatro elefantes se columpiaban
sobre la tela de una araña
como veían que resistía
fueron a encerrar otro elefante

—Cientos de trastes flotan
Libros y horas de pensamiento
horas de recorrer mercados
hospitales gasolineras galerías
escenarios calles armar electrónicos
malabares de lo que le llaman ahora
el privilegio de la vida.
Como veían que resistían
fueron a llamar otro significante.

*Estribillo, vieja canción infantil de los elefantes, no sé quién sea el autor-

¿Qué es lo que te gustaría que se sepa de tu vivencia de esta pandemia?

Que cociné solo 3 días y mi hijo Daniel cocinó más de 727 días, cada día un platillo diferente. Que no me rendí ante las oleadas de pesares. Escribí en un desorden increíble. Estoy triste, pasará. Estoy tratando de ordenar el pensamiento y la escritura, con la idea de al menos publicar un compendio de poemas.

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