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IA no puede predecir sismos pero sí agilizar análisis de datos sísmicos: Ibero

Por: Redacción

Tijuana, 20 de septiembre.- La Inteligencia Artificial no puede predecir cuándo ocurrirá un sismo debido a la imposibilidad tecnológica de monitorear las placas tectónicas a las profundidades donde se generan los movimientos telúricos, pero sí puede acelerar el análisis de datos sísmicos en tiempo real, explicó Alan Sánchez Pulido, académico del Departamento de Arquitectura, Urbanismo e Ingeniería Civil de la Universidad Iberoamericana.

El especialista detalló que aunque las nuevas tecnologías han impactado múltiples campos del conocimiento, la predicción sísmica sigue siendo un desafío debido a limitaciones físicas fundamentales.

Sánchez Pulido explicó el origen de los movimientos telúricos: «un sismo es el movimiento del suelo y lo que provoca que dicho movimiento alcance una escala que consideramos un temblor, está relacionado con el desplazamiento de las placas tectónicas».

El académico describió la estructura terrestre: «¿Cómo funciona nuestro planeta? Tenemos un núcleo sólido, una parte líquida, otra parte sólida, pero hay una capa, relativamente cerca de la superficie y con relativo, hablamos de unos 300 kilómetros de profundidad, la cual es semilíquida, maleable, sobre esa capita, hay unos volúmenes de roca muy grande que se llaman placas tectónicas, las cuales se están moviendo constantemente».

«Estas placas tectónicas se mueven por todo el mundo, interactuando entre ellas, en las fronteras donde se unen, chocan, pueden llegar a hundirse una sobre la otra y cuando se deslizan de manera lateral es donde se generan los sismos… ¿por qué ocurre esto? Imaginen que tienen dos fuerzas que están chocando y de repente una ya no aguanta la presión y se fractura, cuando lo hace se libera mucha energía, la cual hace que se mueva el suelo», detalló el maestro Sánchez.

El principal obstáculo para la predicción sísmica radica en la profundidad inaccesible de las placas tectónicas. Aunque la distancia del centro de la Tierra a la corteza es de más de 6,000 kilómetros, la humanidad solo ha logrado perforar 12 kilómetros de profundidad en el «pozo súper profundo de Kola» construido en Rusia durante la Guerra Fría.

«Si chocaran dos montañas podríamos verlas y saber qué tan fácil es que se rompa una, el problema es que las placas se encuentran a 200, 300 kilómetros de profundidad donde las temperaturas y las presiones son tan grandes que no hay equipo capaz de soportar esas condiciones, que pueda tomar datos, mandarlos y nos indique qué está pasando ahí», explicó el académico.

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«Para ponerlo en contexto, sólo hemos alcanzado 12 kilómetros y se requiere por lo menos de llegar a una distancia de 300 kilómetros de profundidad, que sería como ir de la Ciudad de México a Acapulco, ahora imaginen alcanzar esas profundidades en todo el mundo, actualmente no hay herramientas que nos ayuden a tomar directamente esos datos», agregó.

Aunque no puede predecir sismos, la Inteligencia Artificial sí puede agilizar el análisis de datos en tiempo real que generan los sismógrafos, según explicó Sánchez Pulido.

El Servicio Sismológico Nacional detalla que los sismógrafos modernos «utilizan componentes mecánicos y electrónicos para obtener una señal eléctrica proporcional al movimiento del suelo, la cual puede almacenarse en forma local o ser transmitida por algún medio de comunicación (teléfono, radio, satélite) hasta un centro de adquisición».

El académico mencionó aplicaciones avanzadas en países como Japón y Nueva Zelanda, donde edificios cuentan con tecnología apoyada en Inteligencia Artificial que monitorea el estado de las estructuras y, en caso de sismo, permite conocer con mayor certeza cuáles son los posibles daños del inmueble, lo cual salva vidas y permite reforzar construcciones cuando es necesario.

La investigación sísmica continúa avanzando con nuevas tecnologías, pero la predicción precisa de terremotos sigue siendo un objetivo inalcanzable debido a las limitaciones físicas para acceder a las profundidades donde se originan estos fenómenos naturales.

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