Alan Miranda usaba su energía en cosas positivas, espero que la FGE aclare su muerte y haga justicia: su novia
Tijuana, 22 de julio. – Recostado en el asiento del copiloto del Mazda blanco, en los minutos de espera por la ambulancia que lo llevaría al hospital, Alan Miranda Valencia le dijo a su novia con la voz tranquila de siempre: “Amor, me voy a ir. Me dieron en el corazón”.
–Yo le decía no, nooo; que a mucha gente le dan balazos y sobrevive, que ya venía la ambulancia… él me miraba con sus ojos muy abiertos. Fue lo último que dijo, y me seguía mirando. Mucha gente nos rodeó, alguien me dijo que le pusiera agua en la cabeza y me acercó una botella. Le mojé el cabello, me seguía mirando.
La novia de Alan –que pide reservar su nombre porque tiene miedo– fue testigo de lo que ocurrió el 2 de julio pasado, cuando estacionados en la esquina de las calles de Dinamarca y Durango de la colonia Cacho, dos hombres forcejearon con el empresario. Cuando no se lo pudieron llevar, uno de ellos sacó un arma corta y le disparó.
Alan Román Miranda Valencia tenía 35 años y medía un metro con 90 centímetros. Estudió Negocios Internacionales en la Universidad Autónoma de Baja California, era políglota –hablaba tres idiomas y estudiaba otros tantos–, deportista, un emprendedor que tenía una empresa de marketing y una novia de 28 años con la que planeaba casarse en septiembre próximo.
Su asesinato –así como el de otros dos profesionistas: el del maestro del Instituto México, Damián Jiménez Jiménez, y del médico veterinario Damián Lozano Durán en los primeros 10 días de julio– hizo que el Consejo Ciudadano de Seguridad Pública exigiera que no quedaran impunes. Roberto Quijano, presidente del organismo, lamentó la muerte de “un joven trabajador, honesto y comprometido con su ciudad”.
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Consultor en materia de marketing digital de varias empresas, recientemente se enfocó en el turismo médico, platica su novia, quien no deja de recordar lo aleatorio que a ella le pareció todo. Estuvieron a punto de irse a comer a su casa en Rosarito –vivían juntos hace tres años–, pero a ella le dolía la cabeza y era la hora del tráfico más intenso, así que decidieron tener algo en el estómago antes de iniciar el recorrido de regreso.
“Dimos vueltas en La Cacho buscando dónde estacionarnos hasta que encontramos esa esquina libre”.
-¿Fue fortuito, aleatorio… qué pasó?
-La verdad que cuando yo lo vi forcejear con dos personas pensé que se trataba de un asalto, después veo que se lo quieren llevar... él se bajó primero a ver si estábamos bien estacionados, es cuando se le acercan… yo salgo del coche y corro… había avanzado unos metros cuando escucho el disparo, y me regreso. Alan caminaba hacia mí ¡con el balazo en el pecho! No sé cómo no se cayó, era muy fuerte… le digo que lo voy a llevar a un hospital, y nos subimos al coche, él abrió la puerta del copiloto, se sentó… yo no lo podía prender de lo nerviosa que estaba. Llegó mucha gente, alguien dijo que ya habían llamado a la ambulancia, que mejor esperara porque me iba a cruzar con ella.
“No sé cuánto tiempo estuvimos ahí, fueron unos minutos, yo lo quería abrazar, le tomaba sus manos… y fue lo único que me dijo; que se iba a ir, que el balazo había sido en el corazón. Yo no lo quería creer, todavía cuando nos fuimos en la ambulancia y llegamos al hospital tenía la esperanza de que iba a sobrevivir, de que era fuerte”.
-¿Qué piensas con el paso de los días?
-Que fue mala suerte. Nunca en la vida habíamos visto a esas personas. No los conocíamos, al contrario de lo que dijeron las autoridades… vi los videos, el tema está enredoso. Hablan de Alan y luego de la víctima que rescataron durante las indagaciones por el caso. Yo creo que tuvo que ser un error.
-¿Y lo del Turco?
–No sé de dónde sacaron eso. Cero con ese asunto. Sus clientes son médicos, hablé con sus amigos por si a mí se me había escapado algo. Nada que ver. De hecho Alan y yo comentamos la nota de esa persona –cuando salió en los medios que le dispararon–, nos llamó la atención porque fue en Zona Río y a veces nosotros íbamos a la plaza. Y estoy segura que si lo hubiera conocido me habría comentado algo.
Han publicado cosas en internet; alguien comentó que quizá no conocemos bien a nuestros familiares. Y es posible, quizá mucha gente no conoce a su familia, pero yo sí conocía bien a Alan. Trabajábamos juntos en la casa, íbamos juntos al gimnasio, yo lo acompañaba a todos lados…
-¿Pero lo dijo la Fiscalía, lo involucró con una banda que secuestraba para cobrar deudas de droga?
-Yo quiero pensar que a lo mejor tienen tantas carpetas, mucho trabajo, que cometen errores al confundir un caso con otro. Lo que es muy triste es que él ya no se puede defender. No me quiero enganchar con eso, con la Fiscalía, me sorprendió. Alan era un emprendedor, un empresario, deportista. A su familia, a sus amigos y a mí nos entristeció que circule algo así sobre Alan porque la gente no lo conocía como nosotros. Fue muy duro para mí ver esa información y también para su familia.
Parece lógico que si alguien está metido en cosas malas, cosas malas pasen. Y escriben en las redes sociales temas que ni al caso. Yo quiero responder como él lo haría si la víctima fuera yo. Siempre usaba sus energías en cosas buenas, positivas. Se despertaba como a las 5 de la mañana a leer. Se hacía su café, se tomaba su proteína, nos íbamos al gimnasio, regresábamos a trabajar. Juntas por Zoom, una tras otra. Revisaba pendientes con su asistente –también por Zoom– y como a las 2 de la tarde hacíamos de comer y después otra vez a trabajar.
Paraba a las 6, era muy metódico. Repasaba alguna clase de idiomas –estudiaba chino mandarín, japonés y coreano–, jugaba con el perro o veía algo en la televisión y a descansar porque se despertaba muy temprano. Bromeaba con que llevaba una vida de jubilado siendo tan joven.
Los fines de semana eran más relajados. Paseábamos en la playa con el perro. Los domingos estudiaba algún idioma, desde las ocho o nueve hasta que nos íbamos a comer a la casa de su mamá. Era muy amoroso con su mamá. Tomábamos terapia (por separado) porque él pensaba que las personas deben limar detalles de su personalidad y sus relaciones… muchas de las personas que vieron la nota de lo que dijo la Fiscalía están muy enojadas, yo lo que sentí fue mucha tristeza, hablo con él y le digo “perdón amor porque no sé cómo defenderte”.
Él se esforzó mucho para que su vida fuera bonita y honesta, y me siento mal porque ya no está aquí físicamente… yo cuando platico con él, porque en muchos sentidos sigue conmigo, le digo que no se preocupe, que quienes lo queremos sabemos que no es cierto, sabemos quién era. Le pido perdón porque no sé cómo defenderlo. No me meto en problemas y menos ahorita. Por eso me puso muy triste lo que se dijo. Alan era una persona que no quería problemas. Estoy segura que no le gustaría que yo fuera y me peleara con la Fiscalía.
Ya dejé de ver las redes sociales, me empezó a dar miedo. Ver mis fotos en internet (del momento del ataque), las declaraciones de la Fiscalía, los comentarios de la gente, yo quiero pensar que nos pasó por desgracia. Me voy a mudar de casa… llevé todo el asunto judicial pero ya está en manos de un abogado. Quiero compartir en sus páginas electrónicas cosas buenas porque ya nada nos va a regresar a Alan y eso es lo más duro. Lo único que nos queda es buscar justicia por él. No me quiero pelear con nadie.
Estábamos mucho en la casa. Era un hombre pleno. Hacía todo con gratitud. Ahora que no está recapitulo… teníamos planes, perdí todo y no sé por dónde empezar… yo lo veía muy superior, fue líder siempre, tenía una forma muy positiva de abordar los problemas… nunca estaba a la defensiva con nadie… hoy pienso ¿cómo reaccionaría él?, y sé que nunca desde el coraje. Si esto me hubiera pasado a mí, él demandaría justicia de la forma correcta, buscaría la forma de corregir las cosas desde el amor. Creo que él sería muy prudente, y no sólo porque estoy en una posición difícil (no sé quiénes son y qué querían las personas que lo asesinaron); quiero respetar su memoria comportándome de la forma que él esperaría de mí.
Yo le tenía mucho miedo al día que lo íbamos a sepultar. A ese momento. La vida y la muerte de Alan quiero sentirlas desde la gratitud, así lo quiero tomar; ¡qué bonito que pude pasar tiempo con una persona tan bonita como él. Quiero dar gracias por ello!