Musa Verde | (No) Saber y (no) hacer (II)
Haber (sobre)vivido, mental y físicamente, los dos primeros meses de 2025 bajo el reinado de Donald Trump nos ha confirmado que el planeta está lleno de malas sorpresas humanas, además de las naturales. Junto con los problemas ambientales y de desigualdad que nos abruman todos los días, ya sea porque los estamos viviendo o porque saturan los medios por los que nos informamos, también estamos presenciando el derrumbe del precario balance de poder político global. Balance que, de una forma u otra, afecta nuestras vidas, que decide el precio y uso del petróleo y las energías sustentables, de semillas, fertilizantes, pesticidas, alimentos y fármacos. De quién vive en paz o sufre ataques terroristas, piratas o guerras. Balance tenso que ahora se mueve hacia el poder de gobernantes arbitrarios e irresponsables.
Sabemos que la democracia representativa y todas las otras democracias son frágiles y debemos defenderlas de invasiones, gobiernos y hasta de la oposición —que busca ser gobierno. Olvidan casi todos los representantes que sus salarios y privilegios los pagamos con nuestro trabajo e impuestos. Olvidan que tienen sólo un compromiso ante la ciudadanía: servirnos. Olvidan que todas las clases políticas caen ante las crisis y que está en sus manos cumplir su compromiso con quienes les dieron el voto.
Sabemos que a la clase política le impulsa más lo urgente que lo importante y que, si descuidamos lo importante, todo será urgente al mismo tiempo y no nos dejarán hacer nada, porque a las clases dominantes las ciega el poder. Sabemos que los políticos deben trabajar por nuestro bien, no nosotros por el suyo. Exijámosles a través de diálogo, peticiones o protestas, como sea que les hagamos entender.
¿Qué más sabemos que debemos cambiar?
Sabemos que el plaguicida conocido como DDT fue prohibido en los Estados Unidos en 1972, pero que lo siguieron produciendo para exportación hasta 1985; se sigue produciendo en India, China y Corea del Norte. Sabemos que la acumulación de DDT en organismos llevó casi a la extinción del halcón peregrino y otras especies, porque los huevos no estaban bien calcificados y eran aplastados durante la incubación. Hay evidencia indirecta de que el DDT causa problemas reproductivos humanos. Sabemos que, además del DDT, hay otros plaguicidas que envenenan nuestro ambiente y nuestros cuerpos. Sabemos que es difícil exigir a sus productores que sean responsables social y ambientalmente.
Sabemos que los recursos naturales, plantas y animales presentes en nuestro entorno deben ser fuente de riqueza para los pueblos que conviven con ellos; sabemos que se deben aprovechar sustentablemente; la cosecha debe ser tal que la población de la especie aprovechada siga creciendo.
Sabemos que la Convención Internacional para el Comercio de Especies en Riesgo (CITES, por sus siglas en inglés) regula el comercio internacional de estas especies. Sabemos que, bajo esta convención, desde México se exportan 3800 especies. Sabemos que CITES exigió a México mejor protección a la vaquita, pues quedan menos de diez ejemplares en el Alto Golfo de California, su único hogar. La presión de CITES era prohibir la venta de nuestros productos en el extranjero. Sabemos que esta medida hubiera causado revuelo político por la pobreza instantánea que hubiera creado en comunidades rurales.
Sabemos que Marcelo Ebrard, entonces Secretario de Relaciones Exteriores, convenció a CITES, sin datos técnicos de la situación real de la vaquita, de que México estaba haciendo esfuerzos para proteger a la vaquita de morir ahogada en las redes a la deriva de los pescadores furtivos de totoaba. Sabemos que el buche —la vejiga natatoria— de la totoaba, otra especie protegida, tiene un precio en el mercado negro oriental que supera en peso al de la cocaína. Sabemos que la solución planteada por la Armada de México, atrapar las redes con estructuras de concreto y varilla sumergidas, ha funcionado, disminuyendo el número de redes presentes. Esto no ha eliminado la presencia de pescadores furtivos en la Zona de Tolerancia Cero para protección de la vaquita. Sabemos que las pocas vaquitas seguirán cayendo hasta que acabemos con la especie. Sabemos que CIRVA, el Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita, ha propuesto al gobierno mexicano muchas soluciones, las esenciales cayendo en oídos sordos.
No sabemos qué habrá del otro lado de la crisis política ni las consecuencias ambientales y políticas. Sabemos que debemos hacer localmente para cambiar globalmente. Sabemos que el cambio está en nuestro poder.