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Opinión

Expectativas: más allá del PIB

Por: La Jornada

José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), reconoció los esfuerzos del gobierno de México para combatir la pobreza por medio de diversas políticas sociales como el incremento sostenible del salario mínimo y diversos programas sociales que benefician sobre todo a jóvenes y adultos mayores. Al presentar el Balance de las Economías de América Latina y el Caribe, el directivo destacó que dichos programas llegan a 30 millones de familias, y que gracias a los cuantiosos recursos que movilizan permitieron reducir la población en situación de pobreza de 44 a 36 por ciento entre 2020 y 2022; es decir, en plena crisis económica a causa de la pandemia de covid-19.

Sin embargo, Salazar-Xirinachs alertó que para continuar con esta exitosa estrategia es necesario asegurar la sostenibilidad financiera de los programas sociales, lo cual no es fácil en un contexto de bajo crecimiento económico como el que se prevé para el país, aun sin contar los posibles aranceles con los que amenaza Donald Trump. El centro de estudios de la ONU estima que en 2025 el producto interno bruto (PIB) de México crecerá 1.4 por ciento, y un gravamen de 10 por ciento a sus exportaciones a Estados Unidos implicaría una merma de entre 0.8 y un punto porcentual. El funcionario destaca la vulnerabilidad mexicana ante la política estadunidense por tener allí el destino de 84 por ciento de su comercio exterior, y brinda una serie de recomendaciones a fin de acelerar el PIB y reducir la dependencia del país vecino del norte.

Ante esta visión pesimista, alineada con la de la mayoría de los analistas encuestados por un banco privado para un ejercicio de expectativas publicado ayer, cabe recordar que en un pasado tan reciente como el tercer trimestre de este año el consenso de los expertos se quedó corto con respecto al desempeño real de la economía mexicana. Asimismo, es válido inquirir si los pronósticos consideran de manera adecuada el efecto sobre el PIB de otras acciones gubernamentales, desde las grandes obras de infraestructura levantadas el sexenio pasado que entrarán en plena operación el año entrante, hasta la construcción de un millón de viviendas que se emprenderá en los próximos meses y que, como es lógico, detonará la actividad en los sectores de materiales, maquinaria, insumos eléctricos, carpintería; entre otros, además de crear empleos directos e indirectos.

Más allá de las cifras reales del producto interno bruto al cierre de 2025, es fundamental tener en cuenta que los avances reconocidos por la Cepal y otras instancias se lograron no gracias a un gran crecimiento, sino pese a la modestia del mismo. En este sentido, la experiencia mexicana ha refutado a los adeptos del dogma de que la única manera de combatir la pobreza es el acrecentamiento de la riqueza, sin prestar atención a cómo se distribuye. Desde 2019, se ha comprobado que de nada sirve el crecimiento cuando toda la nueva riqueza es acaparada por un puñado de oligarcas y que, por el contrario, se pueden dar pasos significativos hacia el bienestar de las mayorías cuando el Estado emplea sus facultades en atender los rezagos en vez de en aumentar la fortuna de los ultrarricos bajo el desacreditado supuesto de que éstos se encargarán de trasladar la riqueza hacia abajo.

En suma, es deseable que México adopte las medidas necesarias para esquivar el daño de los amagos trumpistas y reforzar su apuesta por el bienestar, pero los malos augurios deben tomarse con reservas no sólo porque ya han fallado, sino porque no siempre incluyen en sus cálculos las peculiaridades del modelo mexicano.

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