Con música, danzas y fe, cientos participan en peregrinación por el Día de la Virgen en Tijuana
Tijuana, 12 de diciembre.- La Zona Centro se llenó de colores, cantos y fervor la noche previa al Día de la Virgen de Guadalupe, cuando miles de devotos recorrieron las calles en la tradicional peregrinación organizada por comerciantes del Mercado Hidalgo. Este evento, que se ha convertido en un símbolo de identidad y fe, reunió a personas de todas las edades en una muestra de amor hacia la “morenita del Tepeyac”.
El punto de partida fue el Mercado Hidalgo, donde los organizadores habían preparado con esmero los carros alegóricos y los adornos que acompañaron la procesión. Entre ellos, destacó una impresionante imagen de la Virgen elaborada con frutas, verduras y otros productos del mercado, una obra que capturó la atención de los asistentes.
Nora Martínez, una devota que lleva más de 30 años participando, expresó con emoción lo que significa esta tradición en su vida. “Mi madre me lo inculcó desde chica, y vengo y voy a seguir viniendo todos los años, mientras Dios me preste vida”, comentó mientras ajustaba el manto de su propia representación de la Virgen.
La procesión avanzó por las calles iluminadas por las veladoras que los fieles llevaban consigo. Al ritmo del mariachi, que escoltaba los carros alegóricos con figuras de la Virgen y Juan Diego, se escuchaban cantos y rezos que resonaban en cada rincón. Niños y niñas vestidos con trajes típicos, bebés en brazos y adultos mayores caminaron juntos, creando una atmósfera de comunidad y devoción.
El recorrido culminó en la antigua Catedral, en la calle Segunda, donde un altar rebosante de flores y cuadros de la Virgen aguardaba a los peregrinos. En un momento cargado de simbolismo, las familias colocaron sus ofrendas y se unieron en un acto de fe colectiva.
En punto de las 23:00 horas, el templo, abarrotado de fieles, se llenó con las notas del mariachi que entonó las tradicionales “Mañanitas” a la Virgen de Guadalupe. Las voces de los asistentes se elevaron al unísono, creando un coro que parecía tocar el cielo.
Entre cantos y rezos, los asistentes renovaron su fe y dejaron una estela de esperanza en las calles del Centro, donde cada año, la figura de la Guadalupana continúa siendo un faro de devoción y amor.