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Cultura

Desde las tablas del Centro Cultural Tijuana en su 42 aniversario

Por: Mireya Cuéllar y Juan Pablo Guerra

Tijuana, 21 de octubre.- La “bola” de concreto se levanta entre las calles de la ciudad con la majestuosidad que sólo Pedro Ramírez Vázquez pudo imaginar. Su arquitectura, hizo del Centro Cultural Tijuana (CECUT) un referente geográfico, albergue de los “grandes espectáculos”, exposiciones que llegaban del centro del país; “hoy el reto es que el espacio dialogue con la comunidad”, dice su directora, Vianka Santana, en el 42 aniversario del recinto.

“Tiene que ver con la visión humanista de la 4T, porque la administración que terminó hace unos días se caracterizó precisamente por buscar la atención a los grupos y los sectores que de manera histórica y a nivel país no habían tenido la oportunidad de gozar de la infraestructura cultural, de nuestro derecho a ejercer el arte y la creatividad como un principio básico del desarrollo”, apuntó.

Inaugurado el 20 de octubre de 1982 -un proyecto gestado por Carmen Romano, esposa del entonces presidente José López Portillo y directora del Fondo Nacional para Actividades Sociales (FONAPAS)-, el CECUT es único en el país y nació en el contexto de una estrategia gubernamental para fomentar la conciencia y el orgullo nacionales en una ciudad que por su cercanía con los Estados Unidos tiene una identidad cultural compleja.

“Por muchos años estuvo centralizado en los grandes espectáculos, grandes cantantes y colectivos comerciales, grandes exponentes del arte… pero se volvían el motivo de la pasarela social, para que ciertos sectores favorecidos económicamente pudieran bajar al CECUT, hacer acto de presencia, pero no entraba la gente porque los costos eran muy altos” recuerda Santana.

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“Es grandioso que vengan (los grandes artistas), pero qué te parece que estuvieran en la explanada ¿no? donde toda la gente pudiera gozar. Entonces nuestra intención primigenia es crear estas conexiones, presentar en gratuidad -en la medida de lo posible- espectáculos para la gente que normalmente no cruza a Estados Unidos a ver teatro, a los conciertos de la sinfónica (…) es pensar en los sectores que no han tenido acceso a esas expresiones” menciona en referencia a las alianzas de los últimos años con instituciones como el Old Globe Theater y la Sinfónica de San Diego.

La Trienal de Tijuana es una de las apuestas del CECUT en su diálogo con la comunidad, un certamen de obra plástica único en su funcionamiento y tamaño, pues además del énfasis en que el público vote para la selección de los ganadores, tiene uno de los premios mas grandes del país (un millón de pesos al artista ganador).

El artista plástico Alvaro Blancarte, de nacimiento sinaloense, fincó su obra y vida en Baja California, donde falleció días antes de la inauguración de la primera Trienal de Tijuana. De él fue el proyecto, que actualmente, expone más de 100 obras producto de su segunda edición.

Pueblos originarios

“Hay trabajo que se hace con los pueblo originarios (los yumanos) de Baja California; el CECUT no va y les entrega algo porque no tenemos nada que darles que no sea nuestro respeto nuestro acompañamiento y fungir como facilitadores… actualmente el CECUT tiene 45 sedes fuera de sus paredes, que incluyen los centros de residencia principales de los pueblos originarios del estado, así como centros comunitarios alejados de la ciudad de Tijuana”.

“¿Qué hacemos? Encontramos aquellos personajes que son referentes de ejemplaridad en el terreno, que tienen el reconocimiento moral, la autoridad dentro de la comunidad por sus saberes, que son posibles replicadores de la lengua o de los procesos artesanales, de la visión cosmogónica que se traduce en historias de tradición oral. Y los acompañamos en su proceso, que puede ser desde ayudarlos a registrarse ante Hacienda para que puedan ser contratados, hasta convocarlos para ser parte de la propuesta cultural del CECUT, tenemos el ‘Premio Nacional de Cuento en Lenguas Indígenas Tetseebo’ que este año tuvo su segunda edición”.

El dialogo

“Creemos que el Centro Cultural Tijuana, a sus 42 años, llega a una dimensión que también le permite dialogar con sus pares en el mundo, por eso las exposiciones como la de David Cerny, que nos llevó más de dos años traer la obra, que llegó directamente desde Praga a Estados Unidos, con un largo trabajo de por medio”.

Para Vianka Santana estas exposiciones forman parte de un doble papel que debe jugar la institución; por un lado “muestras internacionales que acercan expresiones culturales de otras latitudes, pero proyectos como la Trienal, juegan también en mostrar al mundo lo qué hacemos, el gran nivel que hay en los creadores mexicanos en general, pero sobre todo en Baja California”

“Lo viví personalmente, ese antes y después de la cultura en Tijuana, que cambia totalmente cuando llega una infraestructura con las dimensiones físicas del Centro Cultural Tijuana, que te permite tener todas las manifestaciones artísticas a la vez, funcionando un mismo día literatura, cine, danza, teatro, exposición, todo a la vez y eso no cualquier centro cultural lo tiene”.

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