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Opinión

El último lector | Septiembre, mes de los atentados

Por: Rael Salvador

Funciona así: infiltración, deslealtad, hipocresía, mentira, crimen, arrogancia y… diplomacia.

No sólo Estados Unidos ha sido puesto en evidencia, sino todas las “democracias” que copian, a precio de deuda, dicho modelo político, entre ellos México.

La guerra contra el “terrorismo”, dictaminada y puesta en operatividad a partir de los atentados del 11-S, ha desatado un auténtico terror.

Y esto no quiere decir que las conflagraciones anteriores —entre ellas, el 11-S chileno— carezcan de estos atributos infernales, pero desde hace tiempo para acá entramos en una era donde vergonzosamente la honorabilidad ha sido desplazada por el cinismo.

Sólo mencionaré algunos nombres denigrantes para ubicarnos en la vanguardia sobre el tema: de Nixon a Bush, pasando por Kissinger, sin olvidarme del talento desmemoriado de Obama y las sádicas payasadas de Trump. Cabezas visibles de las inútiles pesadillas que acarrean las guerras fincadas en los intereses personales o de gremio (la oligarquía).

Un mundo de mentiras, abusos, torturas, crímenes, ejecuciones civiles, uso de armamento prohibido, virus, asesinato de inocentes —niños, adolescentes y viejos, que mueren por bala o tristeza, por insania o abandono— y, detrás de todo esto, los mandos militares y diplomáticos de los Estados Unidos e Israel.

El sonado caso del Soldado Manning, quien en un acto de honor a la verdad revela la porquería oculta del Pentágono en cientos de miles de documentos clasificados —251.287, sólo en la primera entrega— sobre la guerra de Afganistán e Irak y otros asuntos de Estado, poniendo en entredicho, una vez más, las ocupaciones “de guerra” que mantiene el icono de la “democracia” en otras naciones.

Todo gracias a ese ex soldado Bradley Manning, a quien se le ha acusado —y se le enjuicia y condena a 35 años de prisión (liberado posteriormente por Obama en 2017)— de haber robado estos documentos secretos, donde se revelan las carnicerías y abusos llevados a cabo diariamente por los batallones contra la población, entre ellos vídeos específicos que muestran matanzas de civiles y periodistas en Irak y Afganistán (los cuales, insisto, no hace mucho podían verificarse en la página de Internet: http://wikileaks.nl/), y por lo cual es juzgado por traición a la patria.

Abrazo la postura y gallardía de Wikileaks, quien con estos archivos destapados, cloaca de todos los infiernos, constata el sistema del submundo de Internet del ejército norteamericano, denominado SIPRNET, un acrónimo de Secret Internet Protocol Router Network (todos los cables que se incluyen en esta filtración fueron enviados por ese medio, como se comprueba por la etiqueta que poseen en su cabecera: SIPDIS, que son las siglas para Secret Internet Protocol Distribution), donde están documentados los comportamientos brutales, los crímenes de la crueldad y la deslealtad humana.

“El mayor abuso —declara Assange— es la guerra contada por los periodistas. Periodistas que participan en la creación de guerras a través de su falta de cuestionamiento, su falta de integridad y su cobarde peloteo a las fuentes gubernamentales”.

Si a estas alturas de la conflagración mediática, no intuimos qué diablos pasará con la liberación de Julian Assange, poco sabremos qué pasará con nosotros.

raelart@hotmail.com

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