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Cultura

Decolonizar el conocimiento y repensar las resistencias: miradas de la filosofía indígena

Por: Kau Sirenio Pioquinto / Pie de Página

Chapingo, Estado de México. La enunciación de la filosofía indígena tiene que estudiarse desde las comunidades y lenguas maternas, para que esto permita aproximarse a la realidad de México.

En eso coinciden tres filósofos de distintos pueblos del sur de México, reunidos en el primer Coloquio Nacional de Filosofía y pensamientos vivo de los Pueblos Originarios, organizado por la Universidad Autónoma de Chapingo, la Unidad Académica de la Universidad Autónoma del Estado de México y la Unidad Académica Multidisciplinaria Campus Calpulalpan de la Universidad Autónoma de Tlaxcala.

“El lugar de la enunciación de la filosofía tiene que ser desde la matriz de las culturas ancestrales, desde luego la lengua materna nos permitirá decolonizar nuestra visión occidental”, dice el binizáa (zapoteco), Juan Carlos Sánchez Antonio.

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El tsotsil, Manuel Bolom Pale, refuerza el planteamiento: “El lugar de la enunciación de los rituales como una resistencia, desde los territorios de los pueblos indígenas”, dice.

Por su parte, el investigador na savi (mixteco) Ignacio Ortiz Castro, sostiene que la riqueza lingüística de los pueblos y comunidades indígenas permitirá profundizar el estudio filosófico de los pueblos Ñuu Savi.

El encuentro se realizó del 22 al 24 de abril, previo a las ceremonias de pedimento de la lluvia en las comunidades indígenas. Pie de Página platicó con los tres filósofos para conocer su trabajo de investigación y la aproximación que han alcanzado en el campo de la filosofía de sus comunidades.

La hermenéutica decolonial: reconstruir desde lo propio

El filósofo binizáa, Juan Carlos Sánchez Antonio, sostiene que descolonizar exige aprender una lengua indígena para alcanzar el propósito. De otro modo es como tirar palos de ciegos:

“Descolonizarse en serio es aprender una lengua ancestral u otra lengua, como el inglés o francés, con esto puedes acceder al contenido ético y mítico”.

Agrega: “Una buena parte del conocimiento está en la lengua indígena y otra parte en la iconografía, en los códices y en lo arquitectura; En todas las formas del lenguaje visual, que nos acerca a esos núcleos más íntimos y arcaicos, la descolonización es de buena voluntad”.

Sánchez Antonio es maestro de tiempo completo del Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO).

–¿Desde qué lugar se debe enunciar la filosofía indígena?– se le pregunta.

–Desde la propia matriz del pensamiento filosófico del binizáa o de los pueblos zapotecos. En realidad tampoco es de los binizáa, más bien, es una matriz compartida por todas las culturas ancestrales: Mesoamérica, los Andes, los pueblos amazónicos; digamos que es un lugar no contemplado, un punto ciego no considerado por la filosofía occidental.

El binizáa sonríe y hace una pausa para cuestionar la academia:

“Las aulas universitarias son eurocéntricas, con filosofías occidentales, ciencias occidentales, la lucha no es tan sencilla para la filosofía ancestral, necesitamos reconstruir lo propio que es lo indígena”.

Pero hay un problema, dice: El 99 por ciento del contenido curricular de las universidades son eurocéntricos y solo una diminuta parte puede servir para recuperar lo propio.

Luego plantea “podríamos utilizar tal vez el concepto de doble conciencia. Es decir, la universidad me blanquóo pero ahora regreso a lo propio, con un cuidado que yo denomino la hermenéutica decolonial”.

El concepto sirve para no caer en lo occidental, afirma. Es importante para que los jóvenes empiecen a acercarse a reconstruir lo propio, regresar y reintegrarse a sus comunidades, «pero no como el Colón nuevo que llegó blanqueado, sino ahora, con esa sensibilidad y reconocimiento de sus propios límites”.

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“Las universidades tienen que generar ejercicios de desoccidentalización y desblanquearse -insiste- por justicia epistemológica, por justicia con los pueblos ancestrales, porque las universidades están financiadas con dinero, con energía y trabajo de los pueblos ancestrales; las universidades retribuir a quienes les paga, que son gente de piel morena para que enseñen contenidos curriculares de gente blanca que los asesinó”.

Potenciar a los poetas desde la voz propia

Ignacio Ortiz Castro, integrante de la Asociación Cultural Mixteca, dice que la expresión de su cosmovisión es necesaria para reencontrarse con la filosofía que durante más de 500 años estuvo marginada y discriminada.

“Para nuestras universidades de México y de América latina las filosofías originarias nunca tuvieron cabida hasta, tal vez en los últimos años quizás, empezaron a aperturar espacios, pero en general nuestras facultades son para cultivar las filosofías europeas y norteamericanas”, cuestiona.

Ahora, dice, hay una moda por la filosofía indígena, que va desde traducción de algunos libros. Pero se pregunta si el intento por estudiar las distintas corrientes filosóficas de los pueblos indígenas sobrevivirá con el tiempo.

“La filosofía latinoamericana y mexicana se caracterizan de tener un matiz mestizo y criollo, pero no se le ha dado oportunidades a las filosofías originarias para poder tener voz propia”, reflexiona.

El investigador señala que hay avances en la nación Ñuu Savi, que van desde la investigación de tu’un savi (lengua de la lluvia), hasta estudios antropológicos, culturales y la incipiente literatura. Reconoce también le apertura de espacio como Ve’e Tu’un Savi (Academia de la lengua Mixteca) desde hace más de 30 años, así como el Ndusu Tu’un Savi (Alfabeto).

Dice que la filosofía Ñuu Savi está abriendo camino hacia la interpretación de los códices y al mundo literario: “Los Ñuu Savi están haciendo cosas, unos crean poesía y cuento en tu’un savi, pero hay que ir más allá porque apenas es un movimiento incipiente, hay intentos, pero el arte de de la narrativa de cuento, poesía y novela, creo que le falta mas trabajo para tener buen nivel”.

“El pensamiento Ñuu Savi, para mí es una oportunidad a encontrarse para entablar diálogo con las filosofías originarias, estar presente en este Primer Coloquio Nacional sobre Pensamientos Originarios nos abre esa posibilidad de poder manifestarnos como como cultura y como pueblo” celebra.

Ortiz Castro señala algunas ideas para recuperar la identidad Ñuu Savi: “Son 500 años de marginación de nuestras lenguas, 500 años de discriminación, por eso no hay interés en el campo literaria y filosofía. De ahí tenemos que potenciar a nuestros poetas, novelistas y cuentistas pero desde nuestro tu’un savi, para esto necesitamos que nuestros idiomas se oficialicen se enseñen en todos los niveles educativos”.

Repensar la resistencia

Manuel Bolom Pale investiga la espiritualidad tsotsil y desde ese espacio analiza distintos enfoques de la filosofía indígena de México.

Dice que las relaciones entre seres humanos y la naturaleza hay una ruptura, lo cual a llevado a problemas sociales, económicos y ambientales: “Estamos acabando, contaminando y coadyuvamos para que se agudice más la pobreza y la marginación. Esto es un desequilibrio que le apuesta a la destrucción”.

El maestro de la Universidad Intercultural de Chiapas sostiene que a los abuelos y padres por lo menos saben de otro matriz que no es tan agresivo y que no nos lleva a la muerte, al contrario posibilita de alguna manera construir, desarrollar, cuidar y procurar la vida.

“La ritualidad de los pueblos originarios tiene respeto a la memoria, por so ofrendan a en lugares sagrados, como el agua y los cerros; por eso los pueblos originarios tienen bosque, río y agua, esa es una gran riqueza, el problema está en que la pobreza se mide desde los económico y material y eso nos coloca en una situación desigual”, explica.

Dice que las universidades empiezan a entender la diversidad de lengua y pensamiento filosófico de México, que durante muchos años fue negado; que en años anteriores quizás hubo una valoración pero que este revolucionó, así como se agudiza el empobrecimiento de la lengua, de la cultura de los pueblos originarios.

En la plática, Bolom dice que la filosofía se tienen que enunciar desde los rituales como una resistencia, desde los territorios de los pueblos, para potenciar a los habitantes, su lengua y cultura.

“Tenemos que repensar en la resistencia de nuestra espiritualidad, nuestras epistemologías y nuestras filosofías, los saberes y conocimientos, porque de alguna manera estamos nos damos cuenta que los conocimientos que nos instalaron en las universidades o escuelas, en general no comulga con los pueblos”.

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