Nada hay más poderoso que las palabras: Cristina Pacheco
Periodista, escritora, editora y conductora de radio y televisión, en todos los terrenos Cristina Romo Hernández, más conocida como Cristina Pacheco, fue una mujer de palabra y de palabras.
Lo fue hasta el último momento de su vida, que culminó este jueves a la edad de 82 años. Murió a las 2 de la madrugada, tranquila, en su casa, rodeada de sus seres queridos, dijo a La Jornada su hija Laura Emilia, quien consideró que aunque su madre tuvo mucho éxito como periodista en medios impresos, radio y televisión, «no ha sido suficientemente valorada como escritora».
También, indicó que falta por reconocer su trabajo alrededor de los sismos de 1985: «Esa memoria es invaluable, porque de esa tragedia salió el México en que vivimos».
Laura Emilia indicó que uno de los pendientes es reunir y publicar una antología de los cuentos de Cristina y los relatos de Mar de Historias que durante más de tres décadas aparecieron semanalmente en este diario. «Esos textos son esenciales, porque cuentan la historia de nuestra ciudad y de quienes la habitamos, y nos dejan ver lo invisible, como ello lo logró, y eso es fantástico», agregó.
“Es una mujer que superó todos los obstáculos que enfrentó desde que nació. Jamás falló en su trabajo, ni en La Jornada ni en Canal 11; siempre iba feliz, así estuviera enferma, como la última vez que fue a despedirse a su programa (a comienzos de este mes), pues ya estaba en una situación de salud comprometida y, sin embargo, sintió que era indispensable despedirse”.
A decir de Laura Emilia, Cristina Pacheco «nunca traicionó sus principios ni se dejó doblegar por los deseos de los otros. Nos mostró que las palabras son importantes y por lo tanto hay que tener cuidado de cómo y para qué las usamos».
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Sus restos fueron velados ayer en la funeraria Gayosso de Félix Cuevas.
También directora de publicaciones y pareja sentimental durante más de medio siglo del insigne escritor y poeta José Emilio Pacheco (1939-2014), Cristina Pacheco siempre mantuvo la firme convicción de que «en las palabras está la vida. Somos hijos de las palabras, no hay nada más poderoso que ellas».
Sostenía, asimismo, que «la literatura, sea periodismo, sea ficción, sirve para sentir que no estamos solos. La experiencia de otro o de los demás es también la mía».
Considerada una de las figuras claves para comprender la cultura mexicana del más reciente medio siglo, Cristina fue hija de padres campesinos, nació en San Felipe, Guanajuato, el 13 de septiembre de 1941. Según una semblanza de Speakers México, ante las difíciles condiciones en el campo su familia emigró a la capital del país en 1946 y aquí realizó todos sus estudios, desde la primaria hasta la carrera de letras españolas en la Universidad Nacional Autónoma de México.
En 1959 hizo sus primeras colaboraciones en los periódicos El popular y Novedades. Bajo el seudónimo Juan Ángel Real publicó la serie Ayer y Hoy en la revista Sucesos entre 1963 y 1964. En alguna ocasión aclaró que haber utilizado ese sobrenombre «nada tiene que ver con Freud», sino con «la falta de prestigio, sinceramente se los digo, con que empecé a escribir».
Dirigió sucesivamente tres revistas femeninas: La familia, La mujer de hoy y Crinolina. Más tarde ingresó al periodismo cultural como jefa de redacción de la Revista de la Universidad de México y de Sábado, suplemento cultural de Unomásuno. También fue colaboradora de los diarios El Día y El Universal.
Desde la fundación de La Jornada, en septiembre de 1984, participó con entrevistas, reportajes y su emblemática serie Mar de Historias, que se publicó durante 37 años de manera ininterrumpida en este diario cada domingo hasta el pasado 3 de diciembre, cuando la autora se despidió de los lectores debido a su «precario estado» de salud.
En una charla sostenida con el escritor Paco Ignacio Taibo II en 2014, Cristina Pacheco refirió que se hizo periodista en la calle y afirmó que era un oficio que no abandonaría nunca. «Tengo un compromiso con mi trabajo. Dije y decidí que voy a ser periodista toda la vida y hasta el último momento así quiero que sea», afirmó en aquella ocasión.
«Lo seguí porque me gusta contar historias, solamente que historias que están enraizadas en la gente. Soy una periodista, necesito del periodismo para vivir y hacer esas caminatas para encontrar a las personas que me devuelven la fe y la esperanza que muchas veces pierdo al escuchar cierto tipo de cosas, no de una persona, sino de varias, que no tienen nada que ver con la realidad y no ofrecen ningún camino seguro para salir adelante».
La guanajuatense marcó un hito en la televisión pública mexicana, primero conduciendo de manera ininterrumpida desde 1978 su programa semanal Aquí nos Tocó Vivir, transmitido por Canal 11, que fue catalogado por la Unesco en 2011 en la Memoria de la Humanidad.
Y desde 1997 y hasta el pasado primero de diciembre estuvo a cargo, asimismo, todos los viernes en esa misma televisora del programa Conversando con Cristina Pacheco, en el cual entrevistó a innumerables personajes de la vida cultural, artística, académica y científica del país.
Intensa actividad literaria
Su versatilidad la llevó también al periodismo radiofónico de 1989 a 2008, primero con una sección en el programa Voz Pública, de Paco Huerta, y luego como titular de las series Aquí y Ahora (XEW), Los Dueños de la Noche (XEQ), Periodismo y Algo Más (Radio Fórmula) y Desde la Capital (Radio Capital).
A la par de su carrera periodística, tuvo una intensa actividad literaria que se tradujo en una vasta bibliografía, con obras como Sopita de fideo, La última noche del tigre, Amores y desamores, Los trabajos perdidos, La chistera maravillosa, El corazón de la noche, El eterno viajero.
En el libro Confrontaciones, publicado por la Universidad Autónoma Metropolitana en 1985, se recoge una amplia conversación que Cristina Pacheco sostuvo aquel año con esa comunidad estudiantil.
Entre otros aspectos, en ella respondió por qué su trabajo hablaba siempre de los marginados y no de otros grupos: «Por una razón: porque es el grupo al que pertenezco, porque es el grupo que de alguna manera me dio algo, lo que tengo: escuela, trabajo, comida, el trabajo es muy importante, y finalmente la experiencia necesaria de vida y también de esperanza que yo creo que debe tener todo periodista».
Cristina Pacheco se hizo merecedora de cerca de una centena de reconocimientos a lo largo de su trayectoria.
Entre ellos, el Premio Nacional de Periodismo 1985 por entrevista, en 1986 por mejor programa de servicio a la comunidad, y en 1987 por crónica; en 1988 obtuvo el Premio de la Federación Latinoamericana de Periodistas por labor informativa, en 1992 el Premio Manuel Buendía, en 1996 el Premio Rosario Castellanos, en 2000 el Premio de Periodismo Fernando Benítez y la Medalla al Mérito Ciudadano otorgada por la Asamblea Legislativa del entonces Distrito Federal. Uno de los más recientes fue el Premio Bellas Artes de Literatura Inés Arredondo, en 2022.