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Opinión

Bruno Latour: la emergencia ecológica y la humanidad angustiada

Por: Víctor M. Toledo

Ha dejado de existir uno de los mayores filósofos franceses de los tiempos actuales.

Bruno Latour (1947-2022) se ha ido y todas las baterías de su impresionante pensamiento, toda su capacidad para analizar como un cirujano habilísimo la realidad contemporánea, ha terminado enfocándose en la ecología política, tendencia que han abrazado otros de sus más connotados colegas como André Gorz, Michel Onfray y Michael Löwy (ecosocialismo). Como hemos reiterado, el primer paso para situarse en el ángulo agudo y subversivo de la ecología política es adoptar una mirada de especie, y esto es justo lo que ha hecho Latour en su último libro, Dónde aterrizar , de apenas 165 páginas, pero escrito como un pequeño tratado para enfrentar valientemente, sin nada de anestesia, la realidad de hoy (https://bit.ly/3D2aBnV).

En este libro, Latour ha descifrado el derrumbe de la cosmovisión de la modernidad, resultado de haber agraviado como nunca a la Madre Naturaleza. La emergencia climática ha venido a trastocar el horizonte futuro que prometían los civilizadores modernos; la modernización que anunciaban ya no es posible. Su metáfora principal, hoy la humanidad va volando en un avión cuyo destino ha desaparecido y también es imposible retornar al aeropuerto de despegue; por tanto, urge encontrar dónde aterrizar antes de que se acabe el combustible, no sólo provoca una profunda angustia en el lector, sino que según Latour es hoy la principal preocupación existencial humana.

“Todas las posiciones políticas están marcadas por la angustia que nos causa la naturaleza… Antes, la angustia venía de que éramos demasiado pequeños y la naturaleza inmensa. Ahora tenemos la misma talla, influimos en cómo la tierra se comporta. Y es desorientador, por ejemplo, para los jóvenes que se manifiestan [contra el cambio climático]. De la extrema izquierda a la extrema derecha, todas las posiciones políticas están marcadas por esta angustia… Así que algunos se van a Marte, otros regresan al planeta nacional, que también es abstracto, y en medio estamos los infelices que pensamos que, en un momento u otro, habrá que aterrizar: reconciliar la economía, el derecho, la identidad con el mundo real del que ­dependemos”

Para Latour, la irrupción de la emergencia climática ha cambiado radicalmente a la política porque lo que está en juego es la supervivencia de la especie. “La hipótesis es que las posiciones políticas asumidas desde hace 50 años nos resultan incomprensibles si no se concede un lugar central a la cuestión del clima y su negación. Sin la idea de que hemos entrado en un ‘nuevo régimen climático’, no se pueden comprender la explosión de las desigualdades, el alcance de las desregulaciones ni la crítica de la mundialización, ni, sobre todo, el pavor que da origen al anhelo de regresar a las antiguas protecciones del Estado nacional –lo que muy injustificadamente se viene llamando el ‘ascenso del ­populismo’–.

“Para resistir a esta pérdida de orientación común será necesario ‘aterrizar’ en alguna parte. De ahí la importancia de saber cómo orientarse. Y, en consecuencia, de trazar algo así como un mapa de las posiciones impuestas por este nuevo paisaje”. Y aquí Latour ofrece un esquema donde el aeropuerto de partida y el de llegada son lo local (o tradicional) y lo global (o lo moderno), que se complica y complejiza cuando aparecen las posibles alternativas. A la vez Latour ofrece una primera señal para aterrizar: introduce la noción de territorio, el piso que nos sustenta: “Si la naturaleza se ha convertido en territorio, ya no tiene sentido hablar de ‘crisis ecológica’, de ‘problemas de medio ambiente’, de ‘biosfera’ por recuperar, por reparar, por proteger. Se trata de algo mucho más vital, existencial y también mucho más comprensible por ser mucho más directo… Lo que nos están arrancando tiene que ver con el arraigo, los modos de vida, el suelo y las propiedades que vemos derrumbarse. Y esta inquietud mortifica a todo el mundo por igual: a los antiguos colonizadores y a los antiguos colonizados”.

¿Dónde aterrizar? La obra de Latour no ofrece respuesta, en parte porque nadie la tiene y en parte porque no era la intención tenerla. Y debemos aceptar que aunque existen ya numerosos y ascendentes movimientos ecosociales tanto en el sur como en el norte (Vía Campesina, Territorios de Vida, el Kurdistán, la agroecología política, las cooperativas de economía solidaria, las cco-aldeas, Local Futures, Extinction Rebellion), la pregunta sigue en el aire. Porque la demencia humana sigue abonando el camino hacia el colapso, el problema del aterrizaje sigue sin resolverse. El gran aporte de Latour es haberlo hecho visible, haberlo puesto a la vista de todos.

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