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Cultura

Serge pondera en su obra la necesidad de criticar a todos los poderes: Albertani

Por: Reyes Martínez Torrijos / La Jornada

El escritor Víctor Serge, cuyo lugar en la literatura no está suficientemente reconocido, “no perdió la esperanza de construir un mundo mejor a pesar de ser perseguido por varios regímenes totalitarios, y se mantuvo fiel a los ideales de un socialismo libertario”, dice el investigador y docente Claudio Albertani.

El también activista es editor del libro recientemente publicado Diarios de un revolucionario (1936-1947), que incluye textos hasta ahora inéditos en español escritos por Serge entre 1940 y 1943, en una coedición crítica de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) y la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).

En entrevista con La Jornada, Albertani destaca que Serge “es muy actual en estos días en los que nuevos totalitarismos están al acecho, porque él no se dejó entrampar por ninguna burocracia y mantuvo siempre la necesidad de la crítica y de la libertad. Su obra es una celebración de la libertad del ser humano y de la necesidad de criticar a todos los poderes, incluso los revolucionarios”.

En los cuadernos que reúne este ejemplar, Serge (Bruselas, 1890-CDMX, 1947) deja un testimonio que “reivindica el carácter humanista libertador de la revolución rusa, pero también de cómo acabó en una pesadilla totalitaria, contrarrevolución que tiene nombre y apellido: Stalin”.

Diarios…, afirma el editor, “es un libro de historia que al mismo tiempo es un gran poema, porque es el texto de un gran escritor y nos hereda valores absolutamente actuales; en primer lugar, la disidencia”.

Menciona que se trata de “la continuación ideal del libro más famoso de Víctor Serge, Memorias de un revolucionario, que hizo publicar su hijo Vlady de forma póstuma en los años 50, y es uno de los monumentos literarios del siglo XX que se detiene en el umbral de la llegada a México de Vlady y Víctor Serge, el 3 de septiembre de 1941”.

Los nuevos materiales editados en este volumen provienen de la Fundación Orfila-Séjourné. Laure-tte Séjourné fue la última pareja de Víctor Serge y legó tres archiveros con los cuadernos escritos por el revolucionario entre 1940 y 1943, así como una copiosa correspondencia que estableció con sus amigos en todo el mundo.

Otro gran acervo de Víctor Serge es resguardado por la UACM. Vlady heredó y luego le regaló a Claudio Albertani una serie de documentos, que después fueron donados a la universidad para integrarse al Centro Vlady.

Pasión y empatía

Diarios… es muy importante para el lector mexicano, continúa Albertani, porque Serge amó el país que lo recibió y donde vivió seis años. “Muestra gran empatía con la causa de los indígenas, gran interés en conocer esta nación, con los pocos medios que poseía el revolucionario. Una de las partes literariamente más bellas es la descripción del Paricutín, que acababa de surgir en 1943.

“Serge reúne la capacidad de la distancia del etnógrafo, con la pasión poética del escritor y la empatía con las personas que encuentra. En el libro están sus amigos y también sus enemigos, los agentes de Stalin.”

Albertani agrega que el autor de origen belga fue un “revolucionario sin duda, pero también un gran escritor en la medianoche del siglo, la era de los totalitarismos y de la carnicería más terrible que ha conocido la humanidad: la Segunda Guerra Mundial.

“Serge es un enorme retratista. Así como su hijo Vlady fue un genio del retrato con pincel, Serge es un genio del retrato con pluma. Tiene la capacidad de retratar y captar el alma y la esencia de las personas en unas cuantas palabras.”

Claudio Albertani, quien realizó la traducción del francés junto con Francesca Gargallo, hace énfasis en que la vigencia del pensamiento y obra de Serge está en que “fue un disidente, un crítico de todos los poderes. En una de las últimas entrevistas que le hicieron sostuvo que no calló sobre algunos campos de concentración, léase los campos de concentración soviéticos, sólo para denunciar los campos de concentración nazis; o sea, denunció ambos”.

La suya, explica Albertani, es una literatura testimonial y una experiencia increíble, “casi única en el sentido de haber sabido transmitir la vivencia de las revoluciones que él siguió reivindicando. En términos literarios, su mayor cualidad es describir hombres y situaciones con pocas palabras y muy incisivas; por cierto, nos dio muchos dolores de cabeza a la hora de la traducción, porque su estilo es a veces telegráfico”.

México y sus exilios

Este título, añade, es una invitación a estudiar los exilios de manera distinta a cómo se ha hecho hasta ahora: por nacionalidad, pues “es mucho más interesante estudiarlo por tendencias políticas, y Serge es parte de la limitada, pero heroica, disidencia de todos los regímenes. En sus cuadernos se nota que Serge es crítico del modo de vida estadunidense y lamenta que México imite sus valores”.

Menciona que en aquí hubo varios tipos de exilios. Los críticos del estalinismo tenían las puertas del sistema cultural cerradas y sufrieron atentados. León Trotsky fue asesinado y Víctor Serge sobrevivió a un intento de asesinato en 1942. “Vlady contaba que su padre no frecuentaba cafés, porque no tenía dinero para pagar”.

Albertani relata el gran periplo físico e intelectual de Víctor Serge, quien pasó del socialismo belga, al anarquismo y luego se adhirió al Partido Bolchevique en Rusia, sin renunciar a sus convicciones libertarias. “Transitó por todas las corrientes del movimiento obrero y participó en varias revoluciones, todas derrotadas”.

En Serge “existe esta tensión entre la fragilidad del individuo y la necesidad de reivindicarlo en su libertad, pero también de hacerlo mediante una colectividad. Una de sus tragedias es que fue muy aislado de sus amigos. La revolución española está muy presente en el libro al igual que la revolución rusa”.

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