‘Las retóricas de la moralidad en la frontera’, de Areli Veloz
Alejada de las romantizaciones en torno a su leyenda negra, el trabajo de Areli Veloz establece una distinción entre dos proyectos político-económicos que han perfilado el discurso sobre la ciudad de Tijuana: el nacionalismo posrevolucionario y el modelo neoliberalista, ambos configuradores de la identidad en el siglo XX mexicano. A partir de esta división, la autora aterriza en el análisis de los procesos que dieron forma a las políticas del cuerpo ejercidas sobre los sujetos que amenazaban la paz y la cohesión social en la pequeña urbe fronteriza: las marías, los homosexuales y las prostitutas.
Debido a que gran parte de este trabajo proviene de una tesis doctoral en ciencias antropológicas, la presentación de la argumentación opta por el análisis procesual. Esta elección, desde mi punto de vista, evade la promesa señalada en la contraportada de narrar una historia sobre los mecanismos de vigilancia y control de los sujetos subalternos de que se ocupa. La conducción de la trama de los acontecimientos se pierde bastante dentro del andamiaje teórico que sirve para sustentar y dar el nivel que una discusión de este calibre merece. Sin duda, se trata de una investigación rigurosa que usa el método historiográfico como herramienta de análisis, pero no como su modelo representacional.
Como muchos de los trabajos que examinan la imagen de la ciudad, la investigación de la doctora Areli Veloz se fundamenta principalmente en la prensa local. Así, aunque su trabajo no construye una indagación contrastada sobre los productores de tales discursos, desde el inicio deja muy en claro que su interés es reconstruir las disputas de carácter público que reprodujeron los intereses políticos y culturales de una élite en particular. En ese sentido, y dado que vivimos en una época de señalamientos puntuales y precisos hacia quienes se han beneficiado históricamente del privilegio de las desigualdades, los planteamientos de este libro nos tientan al deseo de conocer de manera más concisa a los diseñadores y protagonistas de tales querellas. Puntualización que queda pendiente en esta obra, pues los sujetos productores de los discursos quedan absorbidos por categorías que no permiten su visualización precisa. Afortunadamente, esto no ocurre con quienes son observados desde el constructo discursivo.
La revisión de las transformaciones del debate público, a partir de la lectura atenta de la prensa, permite que la autora identifique el arribo de la industria maquiladora como el parteaguas más importante para la entrada de la lógica neoliberal en la frontera mexicana. De ser apreciada como una tierra de bandidos y prácticas fuera de la ley, la ciudad de Tijuana se transformó discursivamente, en la década de 1970, en una promesa y ejemplo de economía salvacionista; aquella que conseguiría propagar, por fin, los valores del trabajo y la honradez en un poblado más bien construido sobre el tráfico y comercio del vicio.
Areli Veloz demuestra en su investigación que, dentro de esa nueva lógica neoliberal, la explotación de los cuerpos (migrantes, homosexuales y prostitutas), castigados y ocultados durante el periodo nacionalista, tuvo cabida en una nueva forma de coerción, ahora laboral, por la cual se convertirían en ciudadanos virtuosos, útiles y productivos para la ciudad y la nación.
Entre los aportes más relevantes que deseo destacar de esta investigación está la atinada puesta de la mirada sobre las diversas posiciones, de inclusión y exclusión, que fueron perfilando a los sujetos subalternos dentro de la urdimbre social fronteriza. Tal aportación es novedosa, pues dentro de la historiografía regional son escasos los trabajos historiográficos que se ocupan de dar a conocer la trayectoria de los cuerpos vigilados por el orden social. Esto ocurre, en gran parte, debido a que su inscripción dentro de la historia regional los ha mantenido como elementos dentro de una estructura antes que como verdaderos actantes sociales. En contraste, el trabajo de la estudiosa presenta testimonios de personaje “de carne y hueso”, como el activista Max Mejía, pionero del activismo por la diversidad sexual en Baja California. Tal estrategia logra que el texto de Areli Veloz emita resonancias históricas más puntuales que investigaciones anteriores que solo han definido categorías de análisis.
Otra aportación novedosa de este valioso trabajo es el rescate de la presencia de las mujeres indígenas migrantes, conocidas como marías, dentro del espacio público. La autora describe cómo arribaron a la ciudad en la década de 1970 y lograron insertarse en el comercio informal, al tiempo que formaron parte de una red de apoyo para sus parientes y esposos, trabajadores en los campos agrícolas de ambas Californias. Señala la autora cómo fue que las marías se convirtieron en un tema recurrente para la prensa local, dado que se las llegó a identificar como un “problema social”, situación que ocasionó que fueran presas de redadas, acosos policiacos y vejaciones de varios tipos.
Con un título bastante ilustrativo, el libro de Areli Veloz amplía el catálogo de aproximaciones sobre la definición de una ciudad como Tijuana, tomando como perspectiva de focalización a sujetos históricamente homogeneizados dentro de los proyectos modernizadores de la nación. Asimismo, presenta nuevas evidencias que demuestran las diversas negociaciones que las élites han protagonizado para lidiar con las cargas simbólicas de su pasado.
Areli Veloz, Las retóricas de la moralidad en la frontera: un análisis histórico de la sexualidad en Tijuana. Tijuana, Secretaría de Cultura/Centro Cultural Tijuana, 2019, 170 pp.