publicidad
Cultura

Exponen en Madrid la mirada aguda y descarnada de Weegee, fotógrafo del crimen y el glamur

Por: Armando G. Tejeda / La Jornada

Madrid. Era un fotógrafo de la vieja escuela, de los que escuchaban de forma furtiva la radiofrecuencia de la policía para llegar antes que nadie al lugar del crimen, accidente, incendio o cualquier suceso o tragedia susceptible de fotografiar. También era de los que se metían a las cárceles o calabozos para registrar a presos o criminales, tanto los de cuello blanco como los asesinos en serie.

Arthur H. Fellig, que firmó y realizó su trayectoria profesional con el nombre de Weegee, se convirtió con el paso de los años en una referencia del fotoperiodista de nota roja y de los círculos marginales de Nueva York, pero también fue uno de los grandes fotógrafos de las celebridades del cine y la alta sociedad californiana. La Fundación Mapfre presentó, en colaboración con la Fundación Henri Cartier-Bresson, una exposición en Madrid, Weegee, autopsia del espectáculo, que muestra su mirada aguda y descarnada.

El mejor fotógrafo del mundo

De mirada profunda e invariablemente con un inmenso puro, se presentaba así: “Mi nombre es Weegee. Soy el mejor fotógrafo del mundo”. Nació en Ucrania en 1899, pero se trasladó muy niño a Nueva York, con tan sólo 10 años, donde desde pequeño conoció los bajos fondos, los barrios marginales y siempre estuvo cerca de la violencia que generaba la metrópoli, que en esos años se convirtió en uno de los centros de batalla de las mafias italianas e irlandesas.

Desde muy joven fue fotógrafo de nota roja, con lo que se ganaba la vida a duras penas, publicando sus imágenes en todo tipo de periódicos y revistas, tanto los llamados serioscomo los más sensacionalistas y morbosos. Él, con su cámara y su puro a cuestas, se fue haciendo un nombre entre el hampa de la ciudad y los criminales más marginales de los barrios más extremos, pero también entre la propia policía y el resto de compañeros de la profesión.

De hecho, se convirtió en el primer periodista en conseguir una licencia para llevar en su coche una radio de onda corta conectada con la frecuencia de la policía, en 1938, si bien era un método que ya utilizaba de forma cotidiana desde tiempo atrás. La calidad de sus imágenes, pero sobre todo la crudeza de las escenas que mostraba sin tapujos ni filtros, tal cual, hicieron que su obra se exhibiera en 1941 en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en una exposición colectiva.

A partir de ahí, su trabajo adquirió dimensiones de culto y él mismo, que en ocasiones firmaba sus fotos como “Weegee, el famoso”, recopiló en 1945 sus mejores imágenes en un libro que llamó La ciudad desnuda, y con el que terminó de catapultarse tanto entre el público como la crítica especializada.

El curador de la exposición fue Clément Chéroux, quien además de ser un conocedor experto de su obra, es el director de la Fundación Henri Cartier-Bresson, quien explicó que las fotografías del hampa y los círculos marginales de la noche neoyorquina de los años 1930 y 1940 alcanzaron en seguida un amplio reconocimiento internacional. Pero no ocurrió lo mismo con las fotografías que realizó tras instalarse en Hollywood en 1948: imágenes de la alta sociedad californiana y la vida social de las grandes celebridades del cine, a quienes retrata de forma casi siempre marcadamente irónica o satírica, a veces como resultado de su trabajo posterior en el laboratorio. En su momento, la crítica recalcó la radical oposición entre uno y otro periodo, en un juicio que abiertamente ensalzaba al primero y desdeñaba las imágenes del segundo.

La exposición muestra las dos facetas del trabajo de Weegee, si bien en las imágenes de alta sociedad californiana se deja ver, según el curador, su visión crítica de la sociedad y la cultura desde una perspectiva que se adelantaba a los conocidos análisis culturales y sociales en torno a la sociedad del espectáculo y que pone de relieve la actualidad de su mirada crítica.

La muestra en Madrid permanecerá hasta el 5 de enero de 2025.

Related Posts